«¿Te atreverías a romper las ataduras del mundo
y a sentarte entre blancas nubes?»
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Reseña:
Poesía del no-ser es una poesía-relato de temática filosófica-política dividida en dieciocho partes que transcurre en una región de la Patagonia;
y mientras alguien se aleja de la vida en la urbe,
acercándose a su tierra natal en el valle inferior del río Chubut,
se adentra en la meseta esteparia central chubutense,
entre el mar y la cordillera,
sumergiéndonos en una pregunta respecto al tiempo y a la existencia,
a la posibilidad de un destino y a la lucha por una transformación,
e invitándonos a reflexionar acerca del devenir
y sobre el funcionamiento de la sociedad.
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Poesía del no-ser
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Luchá por algo colectivo,
por un bien común y no individual,
y tu existencia se transformará.
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En nuestro abrazo el no-tiempo...
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Exordio:
Que no es sino, ser, aquí y ahora, antes y después, siempre, y eternamente.
Mi vida y mi muerte yuxtapuestas, entrelazándose,
como el río y el mar en el valle donde nací.
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I
En la tarde entre el silencio de siestas y meditaciones desconocidas para la moda, el sol del verano proyecta su calor a la tierra. Rodeado de miles de kilómetros de estepa, un paraje apartado del consumo trivial de la urbe explotadora y contaminante, me hace pensar en lo eterno. Atrás quedaron el apresuramiento irreflexivo que colma las calles de la gran ciudad y el torbellino sinsentido de ansiosos registros virtualmente programados almacenados en el mercado de las apariencias;
y mientras camino senderos pedregosos cubiertos de largas sombras que descienden desde altos muros de rocas como oráculos milenarios,
pienso en lo invisible. Hallo aquí que el sol de la tarde en la aridez de la meseta -y en su silencio-, consigue tranquilizar el ego y el desconcierto de la vanidad.
Avanzo despacio, aunque audaz, y reflexiono. Cavilo sobre teorías ontológicas acerca de la expansión ilimitada de la nada para el entendimiento y la búsqueda del no-ser. La cadencia en el soplar del viento me remite a sabidurías ancestrales, y de la desolación de los cañadones emergen poesías olvidadas que a través de atemporales voces como ecos que caen en un abismo sin fin estimulan mi imaginación. Y dejo de pensar, o mejor dicho: pienso e imagino, y saber imaginar, muchas veces, es un proceso de rescate ante la caída del ser en la angustia existencial.
Pensamientos incomunicables.
Emociones indecibles.
La realidad es un sueño realizándose.
Y un sueño atroz ha sido puesto en marcha.
Despierta
¿O quién lo detendrá?
II
El ocaso es inminente. Me iluminan unos faroles que comienzan a confundirse con los colores de la noche. La luz débil y tibia de la luna acrecienta mi deseo de encontrarla. No sé exactamente hasta dónde iré, pero cuando finalmente tome la decisión, esta tendrá que ser oportuna y precisa.
¿Verdades o sentimientos? ¿Realidades?
Tengo que dormir. Evocar en lo posible lo inaccesible.
¿Acaso no son los sueños más que tiempo en otro tiempo?
¿Qué es el tiempo en la eternidad? ¿Existe? La ilusión de movimiento y realidad en el movimiento.
Una profecía inevitable. Recuerdos nocturnos, decepciones pasadas.
La lucha por una causa justa y por la equidad social,
el encuentro y el reencuentro,
la pérdida de un compañero y la rebelión,
y la dicha de permanecer vivos en el abrazo de quienes luchan,
en una muerte esperada o inesperada,
en una misma unidad,
por un ideal de bien común.
III
Me percato de que a mi alrededor no existen más que dos calles improvisadas. Seguramente fueron construidas por el paso habitual de 'vagabundos' o ´soñadores',
otros libres.
Pero esas calles son simplemente una fugacidad, casualidad,
mas sus caminos son presagios de infinitud.
Percibo el frío de las alturas inalcanzables y
de los subsuelos inaccesibles,
mi cuerpo está seco,
excepto mis ojos que están húmedos y perdidos,
hundiéndose en una nada infinita,
me pregunto quién tomará la siguiente decisión,
Oprimen y reprimen, y reprimen para seguir oprimiendo.
¿Cuánto poder más padeceremos?
¿Cuánto deseo de poder más soportaremos?
Miro hacia el cielo,
siento en mi rostro el aire frío y seco de la noche mesetaria,
camino sin un destino específico,
pero tengo la intuición del trayecto a seguir,
¿Por cuál idea darías tu vida?
¿Por qué causa abrazarías la muerte?
Recito:
Mi quimera es inoportuna,
mas si de otra forma fuese
dejaría de serlo
[no existe desvarío soportable
(si lo es, no lo es)
no existe frenesí en cadencia
(si lo es, no lo es)]
levanta tus ojos inservibles,
las estrellas que ves hoy en el cielo
son el pasado.
Observo detenidamente el entorno y me doy cuenta que estoy rodeado por cuevas y aleros. La luz de la luna se filtra entre los desfiladeros y el sonido del viento parece narrar el misterio de una existencia que jamás conoceré. Una de las calles improvisadas donde me encuentro está atravesada por un angosto canal de agua. Me acerco caminando lentamente y enjuago mis manos. Estoy en medio de la calle, parado, quieto,
los brazos relajados extendidos a los costados, como si estuviese congelado en el tiempo de otra realidad, no pensando en nada, sino inmerso en el pensamiento de una nada cuyo significado aún no logro dilucidar completamente, pero cuando lo consiga, pondré de manifiesto la próxima decisión necesaria que tendré que tomar para dar inicio a la transformación de una existencia.
Despacio,
doy dos pasos hacia adelante y escucho el crujir del suelo pedregoso.
Miro fijamente hacia el horizonte y pienso en nosotros,
en nuestros sueños,
en el tiempo y
en el destino de un pueblo.
Varias sombras nocturnas pasan delante de mí,
no sé de dónde provienen,
pero se reflejan con la luz de la luna y atraviesan mi cuerpo una y otra vez,
y enseguida se disipan,
y rápidamente la calle se cubre de oscuridad y silencio;
deja verse espléndidamente el cielo estrellado, y repentinamente,
diviso un conjunto de luces titilantes que parecen provenir de unos faroles ubicados a unos doscientos metros,
y esta vez estoy convencido que tales destellos forman parte de una realidad, fuera de un sueño aún anhelado,
y casi en el mismo instante,
inesperadamente,
alguien que creo ver o imaginar,
me señala una posada cuyos cimientos probablemente daten de fines del siglo XIX. Sueños anarquistas.
¿Acaso qué otra cosa hacemos sino estar muriendo viviendo?
¿Amar y odiar?
¿Combatirás al opresor o enfrentarás al oprimido? Y así sabré si en tu ser hay valentía o si en tu ser prevalece la cobardía. Porque de todas maneras la existencia en el tiempo ha de ser transformada.
Y una pregunta cuya respuesta será determinante para la comprensión del no ser -o al menos será decisiva para fundamentar su posible existencia-, se manifestará en nuestras mentes,
y será una pregunta inquietante,
una pregunta tan simple y clara como reveladora,
una pregunta confortante para nuestros corazones,
transformadora,
revolucionaria.
Y entonces en el firmamento una nube sangrará,
y voces muertas renacerán en voces vivas que conducirán la revuelta de un pueblo perdido que finalmente despertará, luchará y se encontrará.
Y entonces volverán a escucharse las consignas de una causa justa y de un bien común,
La llegada de una comunidad,
de ayuda mutua y de solidaridad.
Pero dime:
¿Cuántos cielos más tendrán que sangrar?
¿Cuánto tiempo más tendremos que llorar?
IV
Hojas sangran en
la horca,
y,
a la orilla de una
nube,
caen.
¿Existe realmente un único acontecimiento que al realizarse efectiva y plenamente en la realidad concreta determinará la aparición de una salida o de una entrada hacia la experimentación de una existencia donde el tiempo no es una sucesión consecutiva de instantes sino un único instante infinito?
¿Qué delimita al ser individual?
¿Y dejarlo todo para buscarlo todo?
¿Y partir dejando todo lo demás, para esperar y buscar, para soñar todo de nuevo?
La decisión tendrá que ser tomada,
y entonces una tristeza será destruída,
y nos encontraremos nuevamente,
para abrazarnos,
y para descubrir en la promesa de un sueño que soñamos juntos el ser que se manifiesta cuando un sentimiento es noble y auténtico.
Y otra vez sucederá el retorno de nuestro pacto por el amor de una comunidad,
y sellaremos definitivamente en nuestro abrazo y a través de nuestra unión,
el mismo pacto de amor,
que flotará a través de la nada,
para cumplirse,
infinitamente,
en los contornos
imaginarios del no-tiempo,
y que se hará realidad,
y que será realidad.
V
La meseta comienza a transformarse en un oscuro hueco sinfín,
leve se escucha el murmullo seco del viento y
lejanos resuenan los aullidos lanzados hacia los astros lumínicos del cosmos como revelaciones de antiguos pueblos mesetarios. En algún lugar alguien cierra los ojos para siempre y en el mismo instante,
ante el silencio de la no-existencia,
alguien rompe en llanto por ir del vientre al mundo exterior:
alguien se va
y alguien llega,
todo se va,
porque todo llega...
como la muerte,
como el pozo inexplicable del tiempo.
Comienzo a hundirme en el vacío de una noche solitaria,
llanto infinito de mi ser,
fallo inerte,
y me desplomo,
caigo, decaído,
en un abismo sin tiempo,
¿Cuán implacable es
la silueta atroz
del suicidio?
Abro la puerta para ingresar a la posada,
oigo aquellas voces muertas de la revolución,
me convenzo,
tengo que tomar una decisión,
otro sueño tiene que ponerse en marcha.
¿Debo entregarme al fluir natural de la existencia y esperar un destino inevitable, debo resignarme a una suerte inexorable?
Despierta.
No aceptes,
porque te perderás.
VI
En la recepción hay silencio.
De alguna manera inesperada camino por un pasillo que conduce al cuarto que sin saber cómo ni porqué me fue asignado.
Al ingresar al mismo observo que su interior solo contiene una cama y una silla.
Hay claridad. Y por una pequeña ventana oval extrañamente colocada en un cielo raso hendido y extremadamente seco se filtra una fina línea de luz que con discutible lógica estampa un punto luminoso sobre una polvorienta pared de ladrillo opuesta a la cabecera del camastro.
¿Qué sucede?
¿Qué hago realmente en este lugar?
¿Por qué no puedo pensar el tiempo en su noción lineal?
¿Es esto una entrada, una salida, o ambas? Nunca se sabe, nunca se sabe…
Durante la noche la imagen de la habitación representa una oscuridad profunda y completa, inmóvil y seca, excepto por aquel punto luminoso que siempre está ´ahí´ y que remite a la pregunta sobre las posibilidades del conocimiento humano.
Me derrumbo en un angosto colchón desgastado y
conmigo se derrumban esperanzas y pensamientos. De ser. Siempre.
Hay que actuar.
Del pensamiento a la acción.
Morir pronto, nacer siempre.
¿Cuántos sueños más acontecerán en la realidad del tiempo hasta que finalmente llegue el sueño definitivo que realizándose en su plenitud ponga fin al sistema de opresión?
VII
Me sumerjo en una realidad inhóspita de sueños muy vívidos.
¿He vuelto a 'ser´?
¿Cómo volver a sentir como aquella primera vez? ¿O es que acaso ya soy otro para siempre?
¿O acaso no es posible volver a ser aquello que alguna vez la existencia destruyó?
Los días se engendran y se apilan unos sobre otros como grandes ojos abiertos que juzgan el pasado ¿Cómo quieres vivir? ¿Cómo quieren vivir? ¿Quién tiene derecho a reir en un mundo así?
¿Por qué razón sigo vivo? ¿Por qué sucede tal cosa? ¿Quién quiere ser parte de todo esto? ¿Y quién debe? ¿Y quién lo desea?
¿Quién asumirá la responsabilidad de producir una transformación que prospere y traiga justicia y equidad?
¿Dónde se halla una salida a una existencia de interrogantes inexplicables?
¿Dónde yace la idea que hecha acción dará al pueblo el bienestar general?
Me duermo.
El contorno imaginario de la realidad:
Un cuarto gris
-la triste melodía
de volver a empezar.
El pasillo de una escuela y una mirada que encuentra el primer amor,
y en el altillo de una playa se escucha el sonido de las olas del mar, y llega el aroma a la costa mientras anochece,
hay dos cuerpos entrelazados,
detenidos en el tiempo.
Un pueblo, olores y colores, y un día de lluvia, y el sonido de la lluvia, y el patio del hogar se cubre de diminutos charcos de agua azul-gris (espejo de fantasmas) donde las gotas se zambullen y engendran ondas circulares, y cada círculo engendrado se expande para luego esfumarse mientras un sueño recordado fugazmente se olvida entre lágrimas o a través de un momento indescriptible de la mente, en ese instante en que ver y pensar nada y todo es lo mismo.
Pero si el tiempo es eterno, qué sentido tiene el tiempo.
Y otra vez las mismas preguntas sobre el ser y sobre el existir.
¿Hacia dónde vas? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué quieres? ¿Qué queremos?
No existe Revolución individual, pues esta se consume en su propia intensidad de insuficiencia.
No hay sabiduria individual, por eso el anacoreta la mayoría de las veces recurre al silencio.
Ayuda colectiva.
Recuerdos.
Si pudiese escucharla en la presencia,
como la sensación de flotar en el aire,
o parecido a estar en otro lugar,
o no estar,
como buscando esa salida que puede ser también una entrada,
nunca se sabe.
Comunidad.
Y tu ser se aleja de la ciudad,
Sin jaula y
sin pecera,
sin correa y
sin bozal.
Y tu ser se aleja de la ciudad,
porque tu ser quisiera flotar con el viento,
entre los sonidos mesetarios de un paisaje primitivo,
y dejar de pisar,
y ni siquiera interrumpir,
las siluetas invisibles del
aire.
¿Cómo detener los imaginarios retornos que expandirán la grieta de la angustia?
¿Qué puede saber un cuerpo sobre el sufrimiento de un alma?
¿Qué hace invisible lo visible?
¿Quién?
¿Quiénes?
¿Qué otra realidad es capaz de imaginar una conciencia atormentada?
¿Es posible la existencia de una alegría auténtica mientras acontece el sufrimiento?
¿Qué existe por fuera de la idea del no-ser?
Tu ser se aleja,
flota lentamente hacia un paisaje secreto,
a recorrer mares y bosques,
a descubrir que en un hueco de la tierra desconocido por la humanidad sucederá el beso y la última caricia en el alivio de la tragedia,
para sentir la tristeza ajena,
y dar el abrazo que calmará.
Luego reír, y
esperar la muerte.
... y tal vez o ciertamente he estado pensando mucho en la nada,
como si todo realmente fuese algo, y quizá lo es,
al menos fuera de toda ilusión,
de ser o de preguntarse por los límites y su peligrosidad y
sobre la libertad, en una noche agitada de anarquistas y conflagraciones, en un deseo,
o algo más,
no lo sé,
Quizá vos lo dirás,
el tiempo es capaz de construir un pensamiento,
y no se trata solamente de derribar un conjunto de razonamientos cuyas conclusiones dejen de ser oportunas y convincentes para mí, sino que tiene relación con una manera diferente de percibir la realidad, y que a partir de entonces será suficiente para tomar una decisión acertada, y actuar, y poner en marcha el próximo sueño que transforme la existencia.
VIII
Y si nacer es comenzar a morir, y si vivir es estar muriendo, y si todo lo que escribimos es para abstraernos de alguna manera de la posibilidad de la muerte, de un cuerpo vivo en potencia de muerte, de un cuerpo vivo hacia la muerte,
entonces dime:
¿Dónde está esa salida que puede ser también una entrada? ¿Una entrada hacia la nada o una entrada hacia el conocimiento del ser que nos trasciende?
¿Cuántas palabras más diremos en vano?
¿Cuántas absurdas metáforas insuficientes más serán escritas para explicar la realidad?
¡Transformación!
Afán
Palabras escritas
¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
Qué es pues la virtud de Sócrates
«conócete a ti mismo»
a la virtud de Cristo
«sé tu mismo»
Necesidad de escritura
Ansia y hartazgo de historia
Filosofía y crucifixión
Amé,
y ella me amó,
entonces he de comprender
la cicuta y la cruz
Amar
Quién ha de morir
en pasión
He aquí toda mi fe:
creo
Proto-romanticismo
Resurrección
Absurda poesía
¡Cristo Sócrates! ¡Proclamad!
absurdo es rimar…
Pues bien para qué escribir
aquello que bien se puede vivir
Pero si la vida es el eco de la muerte, entonces, qué es la muerte. Y ante esta pregunta hay quienes aún intentan dar una respuesta satisfactoria, y en intentos, paradójicamente o no, mueren.
Dime:
¿Quién osará suprimir el deseo y renunciar al placer? ¿Quién aceptará pacientemente el próximo dolor?
¿Quién hallará en la imagen de un ensueño la respuesta al misterio de la paz inmensurable que acontece en la eterna quietud del no-ser?
¿O acaso qué representación de lo 'real' ha de ser la imagen genuina de una percepción?
¿O acaso ha de ser hacedero no falsear de algún modo el relato del pasado?
¿Cuán utópica ha de ser la existencia de una 'historia sistemática de las emociones individuales'?
¿Cuántas atrocidades han de ejecutarse sostenidas por el conservadurismo temible de la perversión?
¿Qué nuevas 'ficciones normalizadoras' han de introducirse en las vulnerables mentes desposeídas y del miedo? ¿Quién ha de detener la falaz prosperidad foco ardiente de desigualdad y precariedad?
¿De cuánto dolor y de cuánto sufrimiento has de ser cómplice y crítico al mismo tiempo?
¿Qué compromiso de auxilio sincero serás capaz de asumir cuando escuches el llanto de dolor de tu compañero?
Si el 'mundo inteligible' es negado y todo aquello que rodea al 'ser existente' es considerado caótico e ilusorio
¿Quién finalmente ha de aferrarse a lo 'real' mediante una comprensión perceptual y sensata de lo inauténtico?
Estoy dentro de una enorme cueva milenaria de la cual no se conoce registro histórico,
estoy sentado debajo de una oscuridad entre sombras que caen desde altas paredes cubiertas de vegetación seca,
y justo delante de mí, desde una pequeñísima grieta que pienso conduce al exterior, se proyecta un círculo de luz cuyo diámetro estoy seguro no supera las tres pulgadas y horada el tiempo para transformarlo en un misterio inaccesible al pensamiento. Una diana espectral purpúrea que parece representar la única alternativa posible hacia el pasado. La última hormiga de la fila que atraviesa el círculo de luz es roja. Recito:
En las sombras rampantes del tiempo,
atraviesa una luz ante ti,
y en la percepción de todo,
caes,
y,
te parece ilusión.
Ella solía decir: 'Hay que observar cada detalle y pensar'.
Salgo de la cueva y camino varios kilómetros a través de la meseta.
Después de unas horas de caminata y con el sol ocultándose detrás de un horizonte de nubes grisáceas cargadas de agua, llego a un pueblo sin nombre. Cruzo por una calle escasamente iluminada y entro a un bar. En su interior hay seres fantasmáticos y un silencio espantosamente monótono advierte que sólo está permitido (o bien visto) un diálogo con uno mismo (una conversación socrática).
Comienza a llover.
Cada una de las gotas que se deslizan sobre el vidrio que deja ver el patio trasero del bar representa un instante imperceptible de mi existencia,
miro a través de la ventana y todo lo que veo me parece un sueño que concluyó sin mí,
¿Soy de este mundo pero no soy para este mundo?
Junto al peral y a la higuera del patio hay una estructura de hierro pintada de rojo de la que cuelgan dos hamacas de madera amarradas con cadenas metálicas,
y bajo un parral de uvas negras dos espectros ancianos de barbas blancas sentados en troncos cilíndricos
juegan a las cartas sobre una mesa circular,
no se hablan,
se miran,
probablemente se conocen y se estiman, y a través de los gestos que realizan, según el resultado positivo o negativo de cada jugada, se comunican una sonrisa o un desconecto,
lanzan un aplauso o un silencio,
como en una apuesta en la cual está en juego parte de la reputación,
como en el sorbo de licor que beben al finalizar cada ronda de la partida.
En las ramas de la parra hay varias hileras de hormigas que se desplazan y se pierden de vista cuando ingresan al hueco de un paredón de bloques grises,
y una araña cae prisionera,
y un caracol escapa gracias al despertar de la lluvia
¿Qué trae el pasado que no sabe manifestar el presente?
Un diálogo con el tiempo,
porque el futuro siempre no es,
pero ahora necesito una conexión atemporal,
una posibilidad para la llegada de un recuerdo que traiga una salida hacia una nueva oportunidad:
de ser,
de no estar donde se está,
de ser siendo y entonces ser sin tener que aparentar ser,
¿O acaso uno es donde no piensa y uno piensa donde no es?
No siempre.
Pero si no existe el tiempo,
y si ya todo se ha ido antes,
¿Por qué te encierras en ti mismo?
¡Alejate de ti mismo!
El sufrimiento es real.
Me siento junto a la mesa más alejada de la puerta de entrada y de la barra. Aún hay silencio. Medito la incidencia de una idea filosófica en la política de las acciones ¿Quién validará una teoría sobre su importancia? ¿Con qué finalidad?
Doy el último sorbo y vuelvo a ser yo. Las paredes del bar agrietadas cubiertas de polvo me devuelven espejismos de antiguos mitos vivientes.
Dime:
¿Qué 'ficción ordenadora' padecerás? ¿Imaginarás la desdicha soportada? ¿Qué desmesura aceptarás en la alegría acontecida en medio de tanto real sufrimiento? ¿Qué tipo de conducta emprenderás sin antes haber caído dentro del egoísmo y de la estupidización de las convenciones sociales?
Reafirmo mi condición: he vuelto a ser yo.
Me alejo. Solitario a otro lado, y con el recuerdo de otra sabiduría.
Pienso en que nada regresa intacto. Mañana. Otra vez. Afrontar los vacíos de la historia y comprender finalmente por qué a aquella hormiga roja nunca le interesó la libertad por el solo hecho de la libertad, sino 'ser libre'.
Ya es tiempo de tomar una decisión diferente.
Dime:
¿Dónde estarás cuando necesite el próximo abrazo?
¿En qué parte de la existencia habrás de huir y `ser`?
¿Qué alegría aceptarás en medio de tanta desdicha? Porque si una existencia tuvo que ser así: tal como fue,
¿Quién entonces ha de ser menos real fuera de toda ilusión?
IX
¡Sí! Ha llegado el momento de tomar una decisión audaz,
una decisión determinante y relevante, real y suficiente, pero quizá ya soñada,
y entonces descenderé por una ladera cubierta de evidencia de mares y bosques primitivos,
y en un valle a la orilla de un río rodeado de altos álamos que se mecerán lentamente a causa del viento caliente del oeste, y cuando sus hojas, como en una coreografía improvisada de la naturaleza, titilen como planetas lejanos en dónde la existencia no transcurre bajo la lógica del tiempo pasado-presente-futuro, sino que todo es dado al unísono, tan inexplicable para nuestras mentes, y tan incomprensible para nuestra cotidianidad, me zambulliré en un río y me acostaré sobre una roca a secarme con el viento tórrido del valle y a mirar pasar blancas nubes mansas y agradecer por toda la injusticia que no será,
y cuando el sol resplandeciente de la tarde calurosa de la meseta comience a apagarse tras el horizonte,
tan bellamente monótono como inmóvil,
me dormiré envuelto en la bruma de un mar recordado,
y soñaré la silueta de mi sombra proyectada sobre las grietas de un suelo desértico en el calor de un mediodía de desolación como una expresión artística, o como una forma de esperar, o de teorizar, y como el paso previo y necesario para tomar la decisión que modificará el desarrollo de mi existencia.
Y una lejana brisa de la costa traerá recuerdos.
De un atardecer en silencio.
De una habitual caminata bordeando el río.
Y beberé agua de una pequeña cascada que el tiempo construyó.
Y reflexionaré sobre teorías referidas a la existencia y al devenir.
Revolución. Ayuda mutua. Solidaridad.
Y sentiré el sudor salando los ojos.
Y el sol se hundirá en un cielo gris-anaranjado.
Y un río se convertirá en innumerables arroyuelos que convergerán hacia un horizonte que oscurecerá poco a poco,
y cruzaré un puente de troncos,
y destellos de luz blanquecina se filtrarán entre las hojas de los árboles,
y el canto de los grillos emergerá desde la maleza.
Y sabré que alguien estará cerca.
Y en la playa un fuego crepitará sobre la arena
y cocerá la cena.
Y la luna iluminará el mar y acantilados lejanos.
Y la arena aún conservará el calor de la tarde.
Y a medida que la noche comience a devorar nuestras miradas,
tú me preguntarás:
¿Es posible traer una lágrima del sueño a la realidad?
Y yo te preguntaré:
¿Cómo es posible que no exista el tiempo en la eternidad?
El sonido del mar nos calma,
no nos hablamos,
sólo percibimos la energía que hay alrededor,
hasta que oímos una música lejana, ritmo de tambores,
-¿El tiempo dijiste?
-Sí, y su grito de lucha,
y su acción de transformación,
ahora se me viene a la mente aquella mañana, la última vez que conversamos, fue en la puerta de un café, una primavera en la playa,
y mientras una lágrima estaba por caer desde una de sus mejillas, me dijo:
Mi corazón se detuvo hace tiempo,
en aquellas luchas contra la opresión y la represión;
dónde peleábamos por nuestros
amores y por nuestros sueños. Lo que sentís ahora en mi pecho es el eco del último latido de mi corazón
cuando la abracé por última vez. Y esa fue la última vez que la vi.
Mi corazón se detuvo hace tiempo,
en aquellas luchas contra la opresión y la represión;
dónde peleábamos por nuestros
amores y por nuestros sueños. Lo que sentís ahora en mi pecho es el eco del último latido de mi corazón
cuando la abracé por última vez. Y esa fue la última vez que la vi.
La espuma de una ola roza nuestros pies.
Nos abrazamos.
Los tambores siguen sonando,
ambos sabemos que aún vendrán tiempos de resistencia y de rebelión.
Y el sueño estallará, perdido o encontrado, pero hecho realidad.
Y amaneceremos juntos, abrazados,
con lágrimas en los ojos, y recordando esta noche que también pasará como aquel sueño siempre soñado que se nos escapa,
porque ya no será nuestro sueño,
sino que será un sueño compartido.
Y entonces serán lágrimas de satisfacción.
Y entonces lo sabremos con solo mirarnos.
X
¿Preexistir? ¿Intuir?
¿Presentir que está llegando el instante?
¿Hacía dónde?
¿Quién soy? ¿Soy?
El sufrimiento y las penas existen.
Dime:
¿Cuánto tiempo he caminado por estos valles y por esta meseta?
¿Cuánto tiempo he permanecido en esta posada?
Pero si tengo que marcharme hoy mismo de aquí ¿Quién esperará por mí? ¿Quién me acompañará en la búsqueda de aquel sueño de transformación? Hacia nuestro sueño. Hacia nuestra revolución.
Y otra vez aparecerán aquellas preguntas sobre el tiempo y el devenir.
¿Por qué no puedo pensar el tiempo en su sentido lineal?
Con ambas manos agarro un puñado de hojas secas, ¿Quién oye el llanto de los árboles?
No te niegues fácilmente a olvidar.
¿Qué es el tiempo?
¿Un pozo abismal o un cielo infinito?
Dime finalmente:
¿Qué separa a un sueño de la realidad?
¿Acaso existe un comienzo?
¿Acaso existe un final?
Despertando, aún me encontrarás despertando…
XI
Contiguo a la recepción de la posada hay un salón en el cual comienzan los pasillos que conducen a las habitaciones;
camino bordeando las paredes de dicho salón y a través de los ventanales miro el valle a lo lejos y pienso en los posibles motivos que aún me mantienen en este lugar ¿Qué me arraiga a esta posada? ¿Por qué permanecemos donde permanecemos? ¿Cuánto tiempo ha de quedarnos? No lo sé.
De repente uno de los ventanales se abre y un aire caliente envuelve mi rostro y me aleja por un momento de tales pensamientos.
Me dirijo hacia los pasillos y comienzo a cruzarlos sin destino manifiesto. Me mareo o ingreso en una especie de ensueño ¿Dónde estoy? ¿Dónde está esa salida que puede ser también una entrada? No lo sé.
Siento cómo afuera el viento empieza a soplar con más fuerza entre la flora xerófila y las cuencas sedimentarias
¿Dónde estará y cómo será? ¿Estaré cerca?
Cada pasillo es ahora una nueva posibilidad, voy de un corredor a otro una y otra vez hasta que finalmente me detengo frente a una puerta
¿Dónde estoy? ¿Es el comienzo o es el final?
¿Qué hay detrás de la puerta? ¿Es otra oportunidad o es otro nuevo engaño?
Entonces lentamente giro la manija y poco a poco voy abriendo aquella puerta frente a la cual me había detenido entre tantas otras que circundan los corredores de la posada.
¿Dónde estoy realmente?
Con la puerta abierta casi completamente sigo sin comprender exactamente en qué sitio me encuentro,
y otra vez la misma pregunta asalta mi mente: ¿Dónde estoy?
¿Qué hago realmente aquí?
Así pues, y con el objeto de averiguarlo, atravieso la puerta,
y al percibir las formas de las sombras en la oscuridad,
me doy cuenta de que me hallo nuevamente en ese cuarto que no sé cómo ni por qué me había sido asignado.
¿Acaso no hay escapatoria? ¿Quién ha de hallarla? No lo sé ... no lo sé ...
Cierro la puerta y me acuesto sobre el piso mirando hacia el techo,
intento sentir el sonido de mi respiración y no consigo concentrarme,
me pongo de pie,
camino por el cuarto de un lado a otro,
enciendo dos lámparas que desde mi llegada a la posada no había reparado en su existencia,
la luz que generan es débil,
y las grietas que se hacen visibles en las paredes secas de ladrillo me parecen los caminos de un mapa que al descifrarlo me mostrará mi próximo destino,
entonces imagino y pienso,
y construyo hipótesis referidas a las causas que determinan una decisión y el devenir,
pero enseguida las refuto,
y continúo moviéndome,
y camino sin detenerme,
y las grietas se multiplican segundo a segundo,
y vuelvo a pensar,
y vuelvo a imaginar,
y elaboro nuevas hipótesis que vuelvo a refutar
¿Qué clase de mecanismo del pensamiento me ha absorbido?
¿Hasta dónde pienso llegar con este proceso de conjeturas? Y al hacerme a mí mismo esta pregunta, y tras descartar una hipótesis más, apago las lámparas y abro la puerta del cuarto, y ahora las grietas de las paredes iluminadas por las luces del corredor parecen menos en cantidad, y dejan de representar para mí aquellos caminos del mapa de mi destino. Y es ante esto que procedo a sentarme en la única silla que hay en la habitación con el fin de abstraerme por unos instantes de los pensamientos sobre las posibles teorías de las causas del devenir y las decisiones, y concentrarme en reafirmar y concretar aquella decisión respecto a mi estadía en la posada.
¿Decisión o destino?
¿Y aquel punto luminoso proyectado sobre la pared opuesta a la cabecera del camastro? ¿Ha de ser un presagio o la culminación de una parte indescifrable de la realidad?
¿O ambas?
XII
Aquí la habitación ya no se siente igual. Tengo que volver a evocar lo inaccesible. Pero cómo lo conseguiré
¿Hacia dónde iré y hacía dónde irás?
¿Hacia dónde iremos?
¿Qué esperará por mí?
¿Dónde hallaré la respuesta del no-ser?
No lo sé, pero tendré que tomar una decisión,
y es esto una certeza.
He aquí una breve introducción sobre el amor y el lenguaje:
No hay comienzo. Y no es esto una contradicción. Intentar expresar un sentimiento es más complejo que idear un proceso eficiente de elección de palabras.
Esto es un intento,
las palabras no alcanzan, pero son capaces de generar acciones. Significan. Significante.
Por ejemplo, si afirmase que dentro tuyo hay amor desvaneciéndose ¿Qué significaría esto para ti?
O si te contase aquí un sueño o un recuerdo ¿Qué podrías tú decir o sentir al respecto? Por ejemplo: El recuerdo de un mar es hoy para mí como una ilusión sumergida en una
realidad ausente, o muy presente, percepciones y sensaciones inefables, transformándose, no lo sé, la energía del mar es una entrada, y una salida, y también es algo más, una ambigüedad, como una inconsciencia agitándose dentro de un cráneo vacío,
pero no lo sé,
y si te dijiese por ejemplo: el horizonte en la playa, y los mediodías en que nos encontrábamos,
y el abrazo y el último beso, y la manera en que el atardecer aparecía cuando estaba ella,
y la forma en que la luna iluminaba las olas del mar cuando nos amábamos en un cuarto de madera crujiente,
y las noches cuando afuera los remolinos de viento danzaban voces entre los médanos de la costa fría,
un gran amor,
y la angustia,
y una obsesión,
tal vez fue una muerte posible que no fue, o que no tuvo que ser
¿Pero qué fue? ¿Deseo? ¿Más amor?, ¿Más vida? ¿O no fue nada? Quizás fue maravilloso,
un encantamiento,
no lo sé
¿Qué significa esto para quién no lo experimentó?
Esto es sólo un intento,
las palabras no alcanzan, pero son capaces de generar acciones.
A veces pienso en encontrarte, pero en el intento de olvidar un instante de tristeza percibo que lo conveniente es una búsqueda interior que reafirme la condición de ser uno mismo entre tanta turbación, de vanidad y de ego, de individualidad y de posesión.
¿Amar es acompañar?
Claro, es fácil dar amor a quien se ama.
En tu abrazo hay calma,
y en nuestro abrazo el no-tiempo...
Pero despierta. Ahora tienes que despertar frente a ti.
Despierta.
La mañana es una esfera celeste que se ve por el ojo de la cerradura,
abro la puerta y camino hasta la orilla de un río, observo que algo se mueve en su fondo como un pedazo de historia olvidada: La soledad no se ve, el vacío está adentro.
Una sombra del alma libre
¿Es posible arrancarle un sueño a la realidad?
He aquí el comienzo.
La lluvia se tiñe de sangre sobre el cristal que refleja
el rostro vivo de un corazón muerto.
Ver y sentir; imaginar y soñar;
la psiquis y el órgano; el ser del cuerpo y el ser cuerpo.
Recuerdo una tarde en que lloviznaba y caminaba por una callejuela bordeada a ambos lados por casas de un pueblo antiguo, me dirigía no sé dónde, avanzaba lento y despreocupado (como pensando desinteresadamente en una preocupación inexistente -acostumbrado a la psicología humana), pensando en un manto celeste que divisaba a lo lejos, y un pequeño pájaro aleteó y rozó mis tobillos con sus proféticas aureolas de alas fantasmalmente emplumadas, y a su pico fue llevándose un insecto tal vez asfixiado por el terrible infierno de la sofocante ciudadela luminosa de la noche anterior. Pero no dejé de caminar, o no fui conciente si es que me detuve en algún momento del recorrido,
la callejuela estaba húmeda;
caminé poco a poco,
avancé espectralmente hasta llegar a un sitio que sólo (solo) yo podría reconocer. Me alejé del centro de la ciudad; y me acerqué al centro del ser. Era el tiempo. Un sepulcro de órganos funcionando momentáneamente, putrefacción silenciosa, que hierve, que anestesia y que seca ¿Dónde estoy? ¿Qué hago? No lo sé.
Alguien camina y visualiza un horizonte creado por mí,
hay un manto celeste,
hay un río que no existe,
lo inventé, es sólo un cielo confundido en un horizonte sin agua. Yo sólo (solo) caminaba por la callejuela de un pueblo en el tiempo.
Despertaré…
XIII
Observo por última vez la pequeña ventana oval ubicada en el cielo raso seco y salgo del cuarto.
Desde el corredor miro una vez más hacia el interior de la habitación y lloro.
Cierro la puerta,
y mientras atravieso el pasillo que conduce a la salida pienso en que seguramente no volveré a hacerlo.
Llego a la recepción. Me detengo delante del mostrador. Hay silencio.
¿Ha llegado el momento de irme?
¿Ha llegado la hora de encontrar esa salida que puede ser también una entrada? Nunca se sabe.
Pero antes de salir de este lugar tengo que responder a un interés intenso de comunicar ´algo´, a cierta necesidad de expresar una idea o un sentimiento que presiona y emana desde mí.
Saco mi anotador y garabateo una poesía:
El sol quema la meseta.
Suda el cuerpo exhausto,
sin embargo…
¿qué vale éste
lanzado a lo eterno?
Aminoro el paso
y a la sombra de una roca
me derrumbo;
no pienso
¿Será entonces el viento,
Alma mía,
mi hogar?
Sonrío,
porque creo.
Me incorporo,
mas no voy a región alguna conocida,
y quizá,
andando hacia el poniente,
[¡allí!]
donde los cerros se cubren de plantas milenarias,
algún arroyo me invite
a hundir los pies
en su esencia.
Creo, luego sonrío
¿Será entonces el cielo,
Alma mía,
mi hogar?
Tras los últimos signos estampados en la hoja la recepción aún permanece en silencio. Me despido y salgo de la posada. En su fachada los ladrillos centenarios y agrietados seguramente perdieron ya hace mucho tiempo su color original a causa del astro luminoso.
El sonido seco de la puerta principal al cerrarse me estremece.
XIV
El sol tajante del mediodía me encandila. Siento el polvo de la estepa en mi garganta y cómo mis labios comienzan a quebrarse debido a la sequedad del entorno. El viento de la meseta ulula acumulando arena entre mis cabellos y la desolación que me rodea. A medida que me alejo de la posada no vuelvo la vista hacia atrás, y un sentimiento de pérdida acrecienta la tristeza del instante presente, pero cierta calma inexplicable acontece en el ser. La decisión que tomaré comienza a tornarse más clara, más evidente ante mí. La última noche, cerca del amanecer, antes de que estalle la insurrección, nos encontraremos en una playa deshabitada, explotada y abandonada por los usureros especuladores, y asumiremos las acciones de la lucha por el bien común y contra la mediocridad en la cotidianidad que nos somete a un sistema caracterizado por el individualismo y el consumismo, por la explotación y por la contaminación, un sistema de privilegios que beneficia a unos pocos sustentado en la usura y en la acumulación, en la alienación y en la violencia; un sistema que oprime y que reprime.
He aquí un bosquejo:
¿No es el lenguaje un instrumento de poder si la comunicación de un pensamiento es capaz de generar acciones?
El lenguaje impulsa acciones,
el significado es un invento,
y se educa en significados,
en función de los intereses del ´poder´,
y se limitan los caminos,
y se parcela la imaginación,
y se determina un contexto,
y se determina una acción,
estamos influenciados y
somos influenciables,
He aquí mi filosofía del abismo:
El sistema social es opresor y explotador. Y sigue reprimiendo para continuar oprimiendo. Hay que evitar caer en la felicidad y en las alegrías que siente el individuo miserable. Esto es: el individualismo.
¿Llorás porque sentís la injusticia?
y no sabés bien para qué sentir placer,
Mirá cómo arrastran a la miseria a tu hermano,
y recordás que el conocimiento te hace responsable,
¿Qué aborrecés tanto?
¿Qué hay dentro de ti?
Si aún esperás
¿Qué esperás?
Y alguien te lo preguntará nuevamente
¿Combatirás al opresor o enfrentarás al oprimido? Y así sabré si en tu ser hay valentía o si en tu ser prevalece la cobardía.
¡Detestable y perversa plutocracia! ¡Caída trágica al tecnofeudalismo!
¿Qué hace falta? Transformación. Comunidad.
Una breve enmienda hacia una transformación
¿Tan cruel puede ser existir?
¿Cuánto remordimiento habrá de acumularse en tu mente antes de que comiences a perder la razón?
¿Por qué llega tan repentinamente el desamparo? ¿Estaré a tiempo? Siempre se está a tiempo mientras haya tiempo en el ser, y aunque quizá jamás vuelva a encontrarte
¿Cómo sanar el dolor, la angustia, la pena?
No lo sé.
¿Qué haré?
Ahora siento ahogo y abandono, y me siento terriblemente diminuto, condición necesaria de la valentía,
y estoy completamente decidido a hacerlo, porque la causa es grande y es admirable,
porque la causa es solidaria,
porque la causa es colectiva.
Y tú me preguntarás:
¿Hacía dónde vamos?
y quizá no lo sabremos con exactitud,
pero estaremos convencidos y seguros de cuál será el camino a seguir,
y nos abrazaremos frente a un mar calmado, esperando la llegada de nuestros compañeros,
y tras la noche postrera, luego del último beso,
nos despediremos y marcharemos rumbo a la posición de combate,
y tú sabrás que yo te recordaré por siempre,
y que escucharé la melodía de tu voz que vendrá a suplir un rostro y una angustia,
en medio de un grito desesperado,
entre la agitación de un cuerpo,
y la última tristeza de una despedida necesaria.
Y quizá vuelva a verte. Sí, tal vez el tiempo nos vuelva a sorprender. Transformados.
Porque quizá no existe eso llamado principio ni eso llamado final,
porque tal vez sólo existe la transformación.
Al cabo de recorrer varios kilómetros y atravesar un valle, llego a la orilla de una laguna. Encuentro sombra abajo de un arbusto.
¿Dónde estoy? ¿Hacia donde voy?
¿Acaso no estoy ahora en uno de esos pasos habituales de ´vagabundos´ y ´soñadores´?
¿Lo he dicho?
¿Lo he percibido?
¿Acaso lo he afirmado alguna vez?
No lo sé...
no lo sé...
Un río olvidado. Y de repente el río comienza a llenarse de pequeñas olas que llegan hasta la orilla y desaparecen, pero otras olas vuelven a nacer y también desaparecen en la orilla. Y observo cómo de las olas que van muriendo en la orilla nacen otras olas que luego mueren en tierra firme. Es un proceso de olas que nacen y olas que mueren, olas que nacen de olas, y olas que mueren sobre otras olas. Olas muertas y olas vivas engendrando nuevas olas que luego morirán
¿¡Acaso no es eso la vida!?
¡Sí! ha llegado la hora, el instante que acontecerá,
camino guiado por la energía de la inmensidad a mi alrededor y me pregunto por qué el tiempo aleja aquello que luego traerá.
¿Dónde estoy? Mis pensamientos divergen
No lo sé... No lo sé...
El último y próximo instante de calma y de gozo para volver a soñar,
lo he dicho,
lo he visto,
¿He llorado en mi suicidio,
lo he percibido?
estoy en ninguna parte,
¿Acaso no eres tú la presencia
más real de mi delirio?
¿Dónde estoy?
No lo sé...
no lo sé...
Sigo caminando guiado por la energía de la inmensidad a mi alrededor
¡Sí! ¡Presiento que el sueño ha comenzado!
Avanzo a través de la ilusión más próxima hacia el acontecer de la nada.
Me rodean precipicios y gigantes murallas de rocas cubiertas de fósiles prehistóricos y formaciones geológicas esculpidas por la acción de la lluvia y del viento.
Desciendo por un cerro. Ingreso a una enorme cueva.
En sus paredes hay dibujos y me pregunto si han de ser un presagio sobre mí.
El sol aún sigue quemando con intensidad y un viento tibio se arremolina entre el pasto estepario creando nubes de polvo a mi alrededor.
La inquietud de saber que lo esperado está cerca y no saber con exactitud qué traerá,
la unión de las acciones para la supresión de la opresión,
la incomprensión en el devenir del ser,
la revuelta de la existencia,
¿Hacía donde voy?
¿Por qué habré de seguir sin certezas en este camino hacia la nada?
¿Cuánto más habré de ser y hacer?
¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo?
¿Llegará finalmente una escapatoria? ¿Un refugio definitivo?
¿Una pesadilla sin retorno?
Y otra vez aquella salida que puede ser también una entrada.
El sueño será compartido o padecerá.
¿Para qué flotar entre mis propios sueños, desvanecido, insípido, inerte? ¿Para qué fluir en mi propia realidad como un ente que ´existe-sin-ser´, como una existencia que se arrastra apesadumbrada, como un ´estar´ que es un ´ser-no-siendo´, como ´algo´ que quiere ser ´no-siendo-ser´?
y el sueño que a cada paso parece transformarse en trozos de realidades indecibles,
incomunicables,
¿Realidad o abstracción?
simulacro del próximo engaño,
la soledad es anterior al mundo,
y entonces anochecerá y escribiré otra poesía inútil y desde una ventana herrumbrada observaré el cielo estrellado,
y gritaré y callaré, y lo diré,
¿Quién detendrá el fluir insondable de la imaginación? ¿Ante qué felicidad?
¿O acaso la vida no es todo aquello que culmina en muerte?
¿Huir para dejar de huir?
un viaje interminable hacia un destino alcanzable,
en el tiempo, en aquel tiempo,
en nuestro tiempo, en este tiempo...
XV
Hartazgo de futuro en el presente
¿Quién vive y cuándo?
¿Qué poesía habrá de aliviarme?
En el espacio-tiempo
¿Qué más?
El aire deshidratado
de la tarde sin ti,
mortaja del cadáver
que se cansó de esperar.
XVI
En el horizonte, por encima de una enorme pared de rocas rojizas, las primeras estrellas visibles auguran la culminación de la tarde. Algo pasa delante de mí, pero es tan repentino y fugaz que no alcanzo a distinguir qué es.
¿Dónde estará esa salida que puede ser también una entrada?
¿Qué ha de acontecer en mí cuando aquel proceso de conjeturas concluya y otra decisión sea tomada?
¿Qué lógica gobierna el fluir la existencia?¿Qué parámetros esenciales se mantienen intactos y escapan a mi razón y se pierden en mi sentir?
Una semilla puede viajar miles de kilómetros, atravesar diferentes regiones y distintas culturas, y llegar a un destino insospechado, y crecer y dar el fruto que se convertirá en el alimento del ser menos pensado: santo o asesino, artista o destructor,
un ser que volverá a ser polvo de la tierra,
y tal vez abono del próximo fruto,
y de la próxima semilla,
de destino insospechado.
Dime:
¿Hasta dónde viaja un pensamiento?
¿Cuán profundo y divergente puede ser?
Ha llegado la hora de encontrar esa salida que puede ser también una entrada,
me detengo y
pienso en alguien que siempre he querido,
¿Quién te ha dicho que
ya nadie te reclamará,
que ya nadie te esperará,
que ya nadie te soñará?
Si no persigues tú el sueño, quién lo hará?
Camino.
La decisión definitivamente será tomada,
recuerdo un rostro y me pregunto dónde estará,
pero enseguida,
y por un instante,
lo olvido,
y acudo a la reflexión,
y pienso,
e imagino (y la imaginación como aquel proceso a través del cual procuro reducir el impacto de la caída del ser en la angustia existencial)
pero de repente dejo de pensarme,
y me olvido de mí,
y me olvido del ser,
pero cómo es posible olvidarse de uno mismo si
aún estoy aquí.
XVII
El terreno se eleva. Me encuentro sobre altares escalonados,
entre pasillos de geoformas primitivas,
la meseta se amuralla en mi pecho,
el tiempo parece detenerse,
me pregunto si habré de presagiar mi último día,
¡Sí!
una ilusión, un sueño y recuerdos que nunca han sido en realidad,
la fatalidad del presente, la última tristeza
y lo inexplicable del último instante de una vida,
tengo que hacerlo,
tengo que hacerlo ya,
entonces respiro profundamente,
el presagio ha de cumplirse,
las respuestas serán respondidas,
o dejarán quizá de tener algún sentido,
No lo sé...
Una estrella de fuego atraviesa el cielo,
y recuerdo sus ojos cómo aquella primera vez en que la amé. Temblé. Lo supe. Ella había roto algo en mí,
para siempre.
¿Llegaré a comprender la profunda sabiduría de la meseta? ¿Por qué tendré que dormirme bajo el sol en un mundo injusto?
Me pregunto por el origen y el destino de los razonamientos.
Quizá las verdades del cosmos no se oculten debajo de cráteres de rocas hirvientes, y simplemente, se esfuman ante los sentidos.
El viento sopla. La distancia es tiempo y movimiento. El cielo es libre y queremos imitarlo.
Llegará el recuerdo de lo fugaz, de una tristeza agotadora, y la impaciencia, y el dolor y la tragedia,
y ahora el viento sopla, y parece decirme: 'viví, morí por el sueño',
y el río y el valle tiemblan,
y un mar espera,
¿Ha llegado el momento?
¿Es una certeza?
¿Una decisión ha sido tomada?
lo he dicho,
lo he percibido,
¡Sí!
¡Tengo que hacerlo! Otra vez. De la teoría a la acción.
Lo haré. Una decisión será tomada.
XVIII
El día de mi llegada a la posada había hallado una nota en el interior de esa habitación que no sé cómo ni por qué me había sido asignada.
La saco de uno de mis bolsillos y la leo por primera vez:
«Una brisa de la costa ha de ser la señal,
y andarás con el viento a través de estepas desérticas y valles fluviales,
y entre antiguos altares de rocas y cavernas ancestrales encontrarás la luna reflejada en una laguna mesetaria,
y de tu ser brotarán los interrogantes,
¿Cuánto se gana al nacer?
¿Cuánto se pierde al morir?
y en el Valle de las Ruinas un abismo de sombras nocturnas comenzará a cubrirte
y te adentrarás completamente en la meseta,
y finalmente hallarás las preguntas de tu ser
¿Dónde estoy?
¿Hacia dónde voy?
¿Cuánto se pierde al nacer?
¿Cuánto se gana al morir?»
Vuelvo a guardar la nota en uno de mis bolsillos y comienzo a caminar hacia el interior de la meseta. Es el anochecer. Un ave atraviesa el cielo. La decisión ha sido tomada ¿Quién soy? ¿Soy?
El sufrimiento y las penas existen.
Dime:
¿Qué es el tiempo en la eternidad?
Y mientras el viento sopla entre las laderas que comienzan a cubrirse con la luz tenue de la noche,
imagino cómo será,
y hacia allí voy,
hacia allí voy ...