«¿Te atreverías a romper las ataduras del mundo
y a sentarte entre blancas nubes?»
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Reseña:
Poesía del no-ser es una poesía-relato de temática filosófica-política dividida en dieciocho partes que transcurre en una región de la Patagonia;
y mientras alguien se aleja de la vida en la urbe,
acercándose a su tierra natal en el valle inferior del río Chubut,
se adentra en la meseta esteparia central chubutense,
entre el mar y la cordillera,
sumergiéndonos en una pregunta respecto al tiempo y a la existencia,
a la posibilidad de un destino y a la lucha por una transformación,
e invitándonos a reflexionar acerca del devenir
y sobre el funcionamiento de la sociedad.
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Poesía del no-ser
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Luchá por algo colectivo,
por un bien común y no individual,
y tu existencia se transformará.
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En nuestro abrazo el no-tiempo...
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Exordio:
Que no es sino, ser, aquí y ahora, antes y después, siempre, y eternamente.
Mi vida y mi muerte yuxtapuestas, entrelazándose,
como el río y el mar en el valle donde nací.
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I
En la tarde entre el silencio de siestas y meditaciones desconocidas para la moda, el sol del verano proyecta su calor a la tierra. Rodeado de miles de kilómetros de estepa, un paraje apartado del consumo trivial de la urbe explotadora y contaminante, me hace pensar en lo eterno. Atrás quedaron el apresuramiento irreflexivo que colma las calles de la gran ciudad y el torbellino sinsentido de ansiosos registros virtualmente programados almacenados en el mercado de las apariencias;
y mientras camino senderos pedregosos cubiertos de largas sombras que descienden desde altos muros de rocas como oráculos milenarios,
pienso en lo invisible. Hallo aquí que el sol de la tarde en la aridez de la meseta -y en su silencio-, consigue tranquilizar el ego y el desconcierto de la vanidad.
Avanzo despacio, aunque audaz, y reflexiono. Cavilo sobre teorías ontológicas acerca de la expansión ilimitada de la nada para el entendimiento y la búsqueda del no-ser. La cadencia en el soplar del viento me remite a sabidurías ancestrales, y de la desolación de los cañadones emergen poesías olvidadas que a través de atemporales voces como ecos que caen en un abismo sin fin estimulan mi imaginación. Y dejo de pensar, o mejor dicho: pienso e imagino, y saber imaginar, muchas veces, es un proceso de rescate ante la caída del ser en la angustia existencial.
Pensamientos incomunicables.
Emociones indecibles.
La realidad es un sueño realizándose.
Y un sueño atroz ha sido puesto en marcha.
Despierta
¿O quién lo detendrá?
II
El ocaso es inminente. Las colinas solitarias y la flora xerófila comienzan a confundirse con los colores de la noche, y la luz débil y plateada de la luna acrecienta mi deseo de encontrarla ¿Es posible que tú hayas sido parte de mi ser? ¿Es posible que yo haya sido parte de tu ser? ¿Y si todo aconteciese en nosotros en un sólo y único instante infinito y atemporal?
¿Verdades o sentimientos? ¿Realidades?
Tengo que dormir. Evocar en lo posible lo inaccesible ¿O qué ha de ser y acontecer independientemente de mis mecanismos físicos y de mis reacciones químicas corpóreas? ¿Cuán fiable ha de ser nuestra percepción existencial?
¿Ha de ser posible la calma acontecida en el reposo definitivo del no-ser? ¿No ha de haber posibilidad de no caer en una contradicción al afirmar que algo «es» en el «no-ser»? ¿Qué es el «no-ser» si afirmásemos que incluso aconteciendo o no aconteciendo, real o imaginario, el «no-ser» es? ¿Qué ha de ser más real en la percepción de la vigilia respecto a la percepción del sueño?
¿Acaso no son los sueños más que tiempo en otro tiempo?
Dime:
¿Qué es el tiempo en la eternidad? ¿Existe? La ilusión de movimiento y realidad en el movimiento. Y aunque no sé exactamente hasta dónde iré, oportunamente tomaré la decisión que determinará el último destino a alcanzar, y esta será una decisión conciente y razonable, contundente y precisa, mas no necesariamente carente de sentimiento, sino una decisión tomada en el momento en que el estado de las emociones no interfiera significativamente en el proceso mental a través del cual se construye un juicio para actuar sobre la realidad concreta,
y deberá ser un juicio realista y práctico,
prudente pero transformador,
y por qué no entonces, aunque menos probable, extraordinario. Pero será realmente una decisión compartida ¿Y qué ha de ser de nosotros? ¿Alcanzaremos la meta? ¿Cumpliremos el sueño ¿Sabremos dilucidar el final? ¿Una profecía inevitable? Y alguien recitará:
¿Quién eres tú de todos modos en este fluir existencial?
¿Y cuando finalmente la tierra oprima tus restos ya, ante el silencio sepulcral de una conciencia, quién te ha de llorar;
y dónde quedarán los recuerdos nocturnos de un amor deseado y posible que el tiempo te dió, te quitó y devastó;
y dónde quedarán las decepciones pasadas que creías imposibles y que una existencia inesperada las hizo realidad a causa del odio y de la crueldad que azotan el mundo y flagelan los corazones?
¿Consecuencias irremisibles?
El dolor y el sufrimiento existen.
Y el sueño que perseguimos a pesar de todo.
Y la lucha por una causa justa y por la equidad social,
el encuentro y el reencuentro,
la pérdida de un compañero y la rebelión,
y la dicha de permanecer vivos en el abrazo de quienes luchan,
en una muerte esperada o inesperada,
en una misma unidad,
por un ideal de bien común.
III
Me percato de que a mi alrededor no existen más que dos calles improvisadas. Seguramente fueron construidas por el paso habitual de 'vagabundos' o ´soñadores',
otros libres.
Pero esas calles son simplemente una fugacidad,
una casualidad,
mas sus caminos son presagios de infinitud.
Percibo el frío de las alturas inalcanzables y
de los subsuelos inaccesibles,
mi cuerpo está seco,
excepto mis ojos,
que están húmedos,
perdiéndose en visiones del pasado y hundiéndose en una nada infinita,
Entonces: ¿Quién tomará la siguiente decisión?
Oprimen y reprimen, y reprimen para seguir oprimiendo.
¿Cuánto poder más padeceremos?
¿Cuánto deseo de poder más soportaremos?
Miro hacia el cielo,
siento en mi rostro el aire frío y seco de la noche mesetaria,
camino sin un destino específico,
aunque intuyo que el trayecto a seguir es una certeza que existe en mi interior y que irá emergiendo poco a poco desde mis emociones y pensamientos
¿Por cuál idea darías tu vida?
¿Por qué causa abrazarías la muerte?
Recito:
Mi quimera es inoportuna,
mas si de otra forma fuese
dejaría de serlo
[no existe desvarío soportable
(si lo es, no lo es)
no existe frenesí en cadencia
(si lo es, no lo es)]
levanta tus ojos inservibles,
las estrellas que ves hoy en el cielo
son el pasado.
Observo detenidamente el entorno y me doy cuenta que estoy rodeado por cuevas y aleros. La luz de la luna se filtra entre los desfiladeros y el sonido del viento parece narrar el misterio de una existencia que jamás conoceré. Una de las calles improvisadas donde me encuentro parado está atravesada por un angosto canal de agua. Me acerco hasta él caminando lentamente y enjuago mis manos. Estoy en medio de la calle, de pie,
quieto,
los brazos relajados extendidos a los costados, como si todo mi ser existente y tangible estuviese congelado en el tiempo de otra realidad,
pero no pensando en nada, sino inmerso en el pensamiento de una nada cuyo significado aún no logro dilucidar completamente, y cuando lo consiga, pondré de manifiesto la próxima decisión necesaria que tendré que tomar para dar inicio a la transformación de una existencia.
Despacio doy dos pasos hacia adelante y escucho el crujir del suelo pedregoso.
Miro fijamente hacia el horizonte y pienso en nosotros,
en nuestros sueños,
en el tiempo y
en el destino de un pueblo que alguna vez supo transformar significativamente la realidad cotidiana de lo mundano
¿Qué quieres para ti? ¿Qué hay en tu ser para compartir? ¿Qué piensas y qué sientes por ti y por mí, por nosotros?
Varias sombras nocturnas pasan delante de mí,
no sé de dónde provienen,
pero se reflejan con la luz fría de la luna y atraviesan mi cuerpo una y otra vez,
y enseguida se disipan,
y rápidamente la calle se cubre de oscuridad y silencio;
deja verse espléndidamente un cielo estrellado, y repentinamente, aproximadamente a doscientos metros de mí, diviso un conjunto de luces titilantes que parecen ser los faroles de alguna tienda de comestibles o de algún salón nocturno,
y esta vez estoy convencido que tales destellos luminosos forman parte de una realidad que existe fuera de mi sueño aún no concluido,
y casi en el mismo instante en que comienzo a perder de vista aquellas luces -
e inesperadamente, porque presiento que en este lugar estoy completamente solo y alejado de todo ser perteneciente a mi especie -
alguien que creo ver o imaginar me señala una posada cuyos cimientos probablemente daten de la última década del siglo XIX o de principios del siglo XX. Sueños anarquistas.
Dime:
¿Cuál es mi lugar y cuál es tu lugar en este instante de la existencia? ¿Acaso existe un sitio para ser y no-ser sin temor?
¿Quién ha de ser aquí uno mismo? ¿Quién ha puesto en mí este mecanismo de pensamientos en esta fase de existir y de ser? ¿Existe el determinismo de una causalidad eterna e inmutable? ¿Dónde existe la próxima decisión que emanará del libre albedrío? ¿Existe aquello que escapa a nuestra sensibilidad material? ¿Qué somos y qué soy? ¿Qué eres? ¿Quién eres? ¿Solipsismo? ¿Eres? ¿Soy? ¿O acaso qué otra cosa hacemos sino estar muriendo-viviendo?
¿Amar y odiar?
¿Dónde hallaremos la respuesta del no-ser?
¿Dónde subyace lo mundano en ti?
¿Cuán oculto puede permanecer el sentimiento y el horror?
¿Cuán sensible habrás de ser frente al fluir de la existencia?
Dime entonces:
¿Combatirás al opresor o enfrentarás al oprimido? Y así sabré si en tu ser hay valentía o si en tu ser prevalece la cobardía. Porque de todas maneras la existencia en el tiempo ha de ser transformada.
Y en nuestras agotadas mentes,
una vez liberadas del temor a la ausencia y al olvido,
se manifestará una pregunta que será determinante para la comprensión del no-ser, o al menos será decisiva para fundamentar su posible existencia,
y será una pregunta inquietante,
y será una pregunta tan simple como reveladora,
será una pregunta confortante para nuestros corazones,
y transformadora,
y revolucionaria.
Y entonces en el firmamento una nube sangrará,
y voces muertas renacerán en voces vivas que conducirán la revuelta de un pueblo perdido que finalmente despertará, luchará y se encontrará.
Y entonces volverán a escucharse las consignas de una causa justa y de un bien común.
La llegada de una comunidad,
de ayuda mutua y de solidaridad.
Pero dime:
¿Cuántos cielos más tendrán que sangrar?
¿Cuánto tiempo más tendremos que llorar?
IV
Hojas sangran en
la horca,
y,
a la orilla de una
nube,
caen.
¿Existe la posibilidad de percibir el tiempo no como una sucesión consecutiva de instantes sino como un único instante infinito?
¿Qué delimita al ser individual?
¿Y dejarlo todo para buscarlo todo?
¿Y partir dejando todo lo demás, para esperar y buscar, para soñar todo de nuevo?
La decisión tendrá que ser tomada,
y entonces una tristeza será destruída,
y nos encontraremos nuevamente,
para abrazarnos,
y para descubrir en la promesa de un sueño que soñamos juntos el ser que se manifiesta cuando un sentimiento es noble y auténtico.
Y otra vez sucederá el retorno de nuestro pacto por el amor de una comunidad,
y sellaremos definitivamente en nuestro abrazo y a través de nuestra unión,
el mismo pacto de amor,
que flotará a través de la nada,
para cumplirse,
infinitamente,
en los contornos
imaginarios del no-tiempo,
y que se hará realidad,
y que será realidad.
V
La meseta comienza a transformarse en un oscuro hueco sinfín,
leve se escucha el murmullo seco del viento y
lejanos resuenan los aullidos lanzados hacia los astros lumínicos del cosmos como revelaciones de antiguos pueblos mesetarios. En algún lugar alguien cierra los ojos para siempre y en el mismo instante,
ante el silencio de la no-existencia,
alguien rompe en llanto por ir del vientre al mundo exterior:
alguien se va
y alguien llega,
todo se va,
porque todo llega...
como la muerte,
como el pozo inexplicable del tiempo.
Comienzo a hundirme en el vacío de una noche solitaria,
llanto infinito de mi ser,
fallo inerte,
y me desplomo,
caigo, decaído,
en un abismo sin tiempo,
¿Cuán implacable es
la silueta atroz
del suicidio?
Abro la puerta para ingresar a la posada,
oigo aquellas voces muertas de la revolución,
me convenzo,
tengo que tomar una decisión,
otro sueño tiene que ponerse en marcha.
¿Debo entregarme al fluir natural de la existencia y esperar un destino inevitable o debo resignarme a una suerte inexorable?
Despierta.
No aceptes,
porque te perderás.
VI
En la recepción hay silencio y está débilmente iluminada. Detrás de un mostrador gastado y empolvado, la sala se oculta debajo de un denso y tenso telón de tinieblas. En el ambiente puedo percibir el vacío que es consecuencia de la cruel destrucción. Creo escuchar pasos que provienen de un piso superior, pero inmediatamente retorna el silencio. Me acerco un poco más al mostrador y veo que sobre él hay una pequeña vela encendida cuya llama parpadeante deja ver, entre las figuras danzantes de sombras que genera y el polvillo que flota en la atmósfera, un tintero, un libro, una llave y una nota en papel que enseguida entiendo soy yo el destinatario del mensaje allí contenido. ¿Cómo hemos llegado tan cerca de nuestro sueño? Pensé: La convicción de ir unidos tras él está dando su fruto. Su fortaleza solidaria: Es un sueño compartido hacia el bienestar general.
Leo detenidamente el escrito, en el cual, además de indicarse instrucciones de acción, se encuentra registrada la ubicación de la habitación que tendré que ocupar durante mi estadía en esta posada. La contraseña es la correcta, y la última oración de la posdata, escrita en clave, indica: Guardate un tiempo aquí. Espera nueva señal.
Pienso: La causa está en marcha. La consecuencia es inevitable.
Vuelvo a leer con detenimiento la posdata y me parece reconocer el autor de la caligrafía. Pero no estoy seguro. Entonces, a través de un comportamiento ubicado en algún punto más o menos intermedio entre la razonabilidad y la intuición, como sumido mi ser en una especie de cuasi-impulso reflexivo que condiciona el proceso mental implicado cuando se toma una decisión, me dirijo en dirección al pasillo que claramente señala la nota es el que conduce al cuarto que sin saber exactamente cómo ni porqué me fue asignado, aunque sí conozco el objeto principal del plan en el cual estoy inmerso, y otros de sus objetivos los intuyo o los presiento basado en mi experiencia, y a pesar de que siempre se ignora algo, acepto de manera conciente el compromiso y mi función en esta causa. Me pregunto: ¿Que secreto esconde está posada? ¿Hasta cuándo y hasta cuánto estaré dispuesto a ofrecer de mí para convertir el sueño en realidad? Al parecer, mucho más de lo que he imaginado.
Suspiro. Guardo la nota en uno de mis bolsillos, e intento, al menos por el momento, no hacer objeciones sobre su contenido. Sí, procederé a actuar tal como fue convenido, confío en la creatividad del plan que ideamos durante varios años, no obstante, la intuición existe, y la usaré de ser necesario, por lo pronto, no recurriré a la improvisación y la espontaneidad, a no ser que alguna situación límite lo amerite, y lo haré con la suficiente cautela y pericia que el caso específico requiera.
Salgo de la recepción. Cruzo por dos angostos pasillos y llego a una especie de pequeño patio interno. Al instante reconozco la puerta indicada en la nota.
Es aquí. Sí.
El tiempo transcurre para quien lo piensa.
¿Quién se atreve a discutir su lógica?
Es aquí.
Observo la puerta con frialdad y entusiasmo.
El tiempo transcurre para quien no sueña.
¿Quién se atreve a ser uno mismo?
Abro la puerta.
¿Por qué el tiempo, fluir existencial, no ha de permitir que este sueño -nuestro sueño- de conmiseración sea hoy convertido en la realidad concreta que anhelamos y planeamos?
¿A dónde van las percepciones frente a la presencia -indescifrable o ilógica en apariencia- del no-ser? ¿A dónde van los pensamientos cuando llega la muerte?
¿Qué ha de ser del ego convertido en una nada dentro de un cuerpo en descomposición? ¿Qué ha de quedar aquí de mí, y de ti,
y qué ha de ser de nosotros en esta realidad cuando el ser deje de ser vanidad y búsqueda,
hacedor incompleto de afanes?
¿Qué ha de ser de nuestra nostalgia y de nuestra melancolía,
y qué ha de ser del sentimiento capaz de sobresaltar a un cuerpo y
capaz de aniquilar o de transformar la vorágine de una mente,
y qué ha de ser del pasado,
del llanto solitario y de las sonrisas cotidianas de seres queridos,
y de los amores cercanos, y de las desilusiones lejanas, y de los cariños y abrazos lejanos echados de menos y sentidos tan cerca,
y qué ha de ser
del presente,
de ti, de mí, de nosotros y de todo aquello que habría sido posible o imaginado?
¿Qué es ahora ese cuerpo, esa materia tiesa y pálida,
enfriándose y pudriéndose delante de mí?
¿Quién ha de hallar un destino en esta vida sino
una muerte esperada e irremediable?
¿O un sueño compartido?
¿O un sueño individualista?
Luchá por algo colectivo,
por un bien común y no individual,
y tu existencia se transformará.
por un bien común y no individual,
y tu existencia se transformará.
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Al ingresar al cuarto contemplo que su interior solo contiene una cama y una silla. Hay claridad. Y por una pequeña ventana oval extrañamente colocada en un cielo raso hendido y extremadamente seco se filtra una fina línea de luz que con discutible lógica estampa un punto luminoso sobre una gastada pared de ladrillo cargada de polvo opuesta a la cabecera del camastro.
¿Qué sucede?
¿Qué hago realmente en este lugar?
¿Por qué no puedo pensar el tiempo en su noción lineal?
¿Es esto una entrada, una salida, o ambas?
Nunca se sabe, nunca se sabe.
Cierro la puerta y sonrío sutilmente, pero hay profundidad y autenticidad en la expresión. Siento asombro y tristeza. Echo de menos ciertas compañías y ciertos lugares, pero quiero continuar. Tengo que hacerlo. No hay en esta acción más deseo que necesidad. Una genuina convicción. Un auténtico y noble sentir.
¿Es esto una trampa o una escapatoria al sufrimiento? ¿O acaso es esto una vía de escape al tedio y a la ignorancia del mundo?
Nunca se sabe, nunca se sabe. Pero la causa es compartida y bondadosa.
Durante la noche la imagen de la habitación representa una oscuridad profunda y completa, inmóvil y seca, excepto por aquel punto luminoso que siempre está ´ahí´ y que remite a la pregunta sobre las posibilidades del conocimiento humano.
Me derrumbo en un angosto colchón desgastado y
conmigo se derrumban esperanzas y pensamientos. De ser. Siempre.
Hay que actuar.
Del pensamiento a la acción.
¿Cuántos sueños más acontecerán en la realidad del tiempo hasta que finalmente llegue el sueño definitivo que realizándose en su plenitud ponga fin al sistema de opresión?
Morir pronto,
nacer siempre.
VII
Me sumerjo en una realidad inhóspita de sueños muy vívidos.
¿He vuelto a 'ser´?
¿Cómo volver a sentir como aquella primera vez? ¿O es que acaso ya soy otro para siempre?
¿O acaso no es posible volver a ser aquello que alguna vez la existencia destruyó?
Los días se engendran y se apilan unos sobre otros como grandes ojos abiertos que juzgan el pasado ¿Para qué y cómo quieres vivir? ¿Cómo quieren vivir? ¿Quién tiene derecho a reir en un mundo así?
¿Por qué razón sigo vivo? ¿Por qué soy y sucede en mí esta fase existencial? ¿Quién quiere ser parte de todo esto? ¿Y quién debe? ¿Y quién lo desea?
¿Quién asumirá la responsabilidad de producir una transformación que prospere y traiga justicia y equidad?
¿Dónde se halla una salida a una existencia de interrogantes inexplicables?
¿Dónde yace la idea que hecha acción dará al pueblo el bienestar general?
Hace falta tener un ideal para vivir o para morir.
Me duermo.
En tu cuerpo anida un alma,
y cae hacia el infinito para curarte,
y en el contorno imaginario de la realidad:
Un cuarto gris
-la triste melodía
de volver a empezar.
El corredor de una escuela y una mirada que encuentra su primer amor,
y en el altillo de una playa se escucha el sonido de las olas del mar, y llega el aroma de la costa mientras anochece,
hay dos cuerpos entrelazados,
detenidos en el tiempo.
Un pueblo, olores y colores, la plaza,
el calor seco del verano que quema las calles,
las noches heladas en la playa,
¿Qué recuerdos quedarán intactos en ti?
y llueve,
disminuye la temperatura pero no hace frio,
y el sonido de la lluvia al golpear contra las ventanas,
y el agua se desliza por los bordes de los cordones en dirección al río,
alguien arma un barco de papel,
luego llegará el arcoiris, y la caminata para ventilar la mente,
y ahora el patio del hogar se cubre de diminutos charcos de agua azul-gris (espejo de fantasmas) donde las gotas se zambullen y engendran ondas circulares,
y cada círculo engendrado se expande para luego esfumarse mientras un sueño recordado fugazmente se olvida entre lágrimas o se desvanece a través de un pensamiento indescriptible de la mente, en ese instante en que ver y pensar nada y todo es lo mismo.
El viento sopla
entre los árboles en los caminos de tierra,
seca el sol que hierve las veredas,
voy dejando mi pueblo,
un amor muere.
¿Pero si el tiempo es eterno, qué sentido tiene el tiempo?
Y otra vez las mismas preguntas sobre el ser y sobre el existir:
¿Hacia dónde vas? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué quieres? ¿Qué queremos?
No existe Revolución individual, pues esta se consume en su propia intensidad de insuficiencia.
No hay sabiduria individual, por eso el anacoreta la mayoría de las veces recurre al silencio.
Ayuda colectiva.
Recuerdos.
Si pudiese escucharla en la presencia,
como la sensación de flotar en el aire,
o parecido a estar en otro lugar,
o no estar,
como buscando esa salida que puede ser también una entrada,
nunca se sabe.
Comunidad.
Y tu ser se aleja de la ciudad,
Sin jaula y
sin pecera,
sin correa y
sin bozal.
Y sin mascota que, arrancada de su hábitat, e imposibilitada de realizar plenamente sus movimientos naturales, ha sido convertida en el pasatiempo-juguete del «ser urbano promedio»
¡Moda,
negocio!
¡Negocio,
moda!
¡Sobrepoblación! ¡Contaminación!
Y alejada de sus conexiones inherentes ha sido puesta al servicio de intereses y de hábitos que no pertenecen ni corresponden a su naturaleza.
¿Instinto sedentario? ¿Instinto rutinario?
¡Moda,
negocio!
¡Negocio,
moda!
¡Y bazofia balanceada de alimento!
¡Moda,
negocio!
¡Negocio,
moda!
¿Y colocada en senderos y cubículos de cemento en lugar del andar campestre a orillas del río?
¿Y puesta a convivir entre una muchedumbre urbanizada y estruendosos sonidos electrónicos para su sensibilidad en lugar de la brisa del valle que atraviesa la meseta hasta las playas solitarias de medanos y tamariscos?
¡Moda,
negocio!
¡Negocio,
moda!
¡Siente esta soledad!
Dolor y sufrimiento,
Melancolía, angustia,
Olvido
¡Moda,
negocio!
¡Negocio,
moda!
Y la moda, a veces, suele
legitimar lo absurdo,
incluso,
normalizar lo hostil y ciertos maltratos,
y de alguna manera,
según el caso,
facilitar al perpetrador el ocultamiento o la inadvertencia del daño,
o favorecer a la reducción o atenuación de las consecuencias.
Y tu ser se aleja de la ciudad,
porque tu ser quisiera flotar con el viento,
entre los sonidos mesetarios de un paisaje primitivo,
y dejar de pisar,
y ni siquiera interrumpir,
las siluetas invisibles del
aire.
¿Cómo detener los imaginarios retornos que expandirán la grieta de la angustia?
¿Qué puede saber un cuerpo sobre el sufrimiento de un alma?
¿Qué hace invisible lo visible?
¿Quién?
¿Quiénes?
¿Qué otra realidad es capaz de imaginar tu conciencia atormentada?
¿Es posible la existencia de una alegría auténtica mientras acontece el sufrimiento?
¿Qué existe por fuera de la idea del no-ser? Existe, además, sí, el ser capaz de sentir dolor, el ser capaz de sufrir,
y un millón de alegrías que se diluyen en la química del universo ante la crueldad egoísta de una injusticia.
Tu ser se aleja,
flota lentamente hacia un paisaje secreto,
a recorrer mares y bosques,
a descubrir que en un hueco de la tierra desconocido por la humanidad sucederá el beso y la última caricia en el alivio de la tragedia,
para sentir la tristeza ajena,
y dar el abrazo que calmará.
Luego reír, y
esperar la muerte.
... y tal vez o ciertamente he estado pensando mucho en la nada,
como si todo realmente fuese algo, y quizá lo es,
al menos fuera de toda ilusión,
de ser o de preguntarse por los límites y su peligrosidad y
sobre la libertad, en una noche agitada de anarquistas y conflagraciones, en un deseo de expansión,
o algo más,
no lo sé,
Quizá vos lo dirás,
el tiempo es capaz de construir un pensamiento,
y no se trata solamente de derribar un conjunto de razonamientos cuyas conclusiones dejen de ser oportunas y convincentes para mí, sino que tiene relación con una manera diferente de percibir la realidad, y que a partir de entonces será suficiente para tomar una decisión acertada, y actuar, y poner en marcha el próximo sueño que transforme la existencia.
VIII
Y si nacer es comenzar a morir, y si vivir es estar muriendo.
¿Cuánto hay en nosotros, de pensamiento y de acción, que es simplemente una manera de abstracción a la posibilidad de la muerte,
de un cuerpo vivo en potencia de muerte,
de un cuerpo vivo hacia la muerte?
Entonces dime:
¿Dónde está esa salida que puede ser también una entrada?
¿Una entrada hacia la nada o una entrada hacia el conocimiento del ser que nos trasciende?
¿Cuántas palabras más diremos en vano?
¿Cuántas metáforas más serán escritas en un intento desesperado o como un recurso entusiasta para explicar la realidad?
¿Absurdo?
¡Transformación!
Afán
Palabras escritas
¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
Qué es pues la virtud de Sócrates
«conócete a ti mismo»
a la virtud de Cristo
«sé tu mismo»
Necesidad de escritura
Ansia y hartazgo de historia
Filosofía y crucifixión
Amé,
y ella me amó,
entonces he de comprender
la cicuta y la cruz
Amar
Quién ha de morir
en pasión
He aquí toda mi fe:
creo
Proto-romanticismo
Resurrección
Absurda poesía
¡Cristo Sócrates! ¡Proclamad!
absurdo es rimar…
Pues bien para qué escribir
aquello que bien se puede vivir
Pero si la vida es el eco de la muerte, entonces, qué es la muerte. Y ante esta pregunta hay quienes aún intentan dar una respuesta satisfactoria, y en intentos, paradójicamente o no, mueren.
Dime:
¿Quién osará suprimir el deseo y renunciar al placer? ¿Quién aceptará pacientemente el próximo dolor?
¿Quién hallará en la imagen de un ensueño la respuesta al misterio de la paz inmensurable que acontece en la eterna quietud del no-ser?
¿O acaso qué representación de lo 'real' ha de ser la imagen genuina de una percepción?
¿O acaso ha de ser hacedero no falsear de algún modo el relato del pasado?
¿Cuán utópica ha de ser la existencia de una 'historia sistemática de las emociones individuales'?
¿Cuántas atrocidades han de ejecutarse sostenidas por el conservadurismo temible de la perversión?
¿Qué nuevas 'ficciones normalizadoras' han de introducirse en las vulnerables mentes desposeídas y del miedo? ¿Quién ha de detener la falaz prosperidad foco ardiente de inequidad y precariedad?
¿De cuánto dolor y de cuánto sufrimiento has de ser simultáneamente el cómplice y el ejecutor, el verdugo y el protector?
¿Qué compromiso de auxilio sincero serás capaz de asumir cuando escuches el llanto de dolor de tu compañero? ¿Si el 'mundo inteligible' es negado y todo aquello que rodea al 'ser existente' es considerado caótico e ilusorio, quién finalmente ha de aferrarse a lo 'real' mediante una comprensión perceptual y sensata de lo inauténtico?
El dolor y las penas existen.
Estoy dentro de una enorme cueva milenaria de la cual no se conoce registro histórico,
estoy sentado debajo de una oscuridad entre sombras que caen desde altas paredes cubiertas de vegetación seca,
y justo delante de mí, desde una pequeñísima grieta que pienso conduce al exterior, se proyecta un círculo de luz cuyo diámetro estoy seguro no supera las tres pulgadas y horada el tiempo para transformarlo en un misterio inaccesible al pensamiento. Una diana espectral purpúrea que parece representar la única alternativa posible hacia el pasado. La última hormiga de la fila que atraviesa el círculo de luz es roja. Recito:
En las sombras rampantes del tiempo,
atraviesa una luz ante ti,
y en la percepción de todo,
caes,
y,
te parece ilusión.
Ella solía decir: 'Hay que observar cada detalle y pensar'.
Salgo de la cueva y camino varios kilómetros a través de la meseta.
Después de unas horas de caminata y con el sol ocultándose detrás de un horizonte de nubes grisáceas cargadas de agua, llego a un pueblo sin nombre. Cruzo por una calle escasamente iluminada y entro a un bar. En su interior hay seres fantasmáticos y un silencio espantosamente monótono advierte que sólo está permitido (o bien visto) un diálogo con uno mismo (una conversación socrática).
Comienza a llover.
Cada una de las gotas que se deslizan sobre el vidrio que ocupa casi completamente una pared del bar y que deja ver el patio trasero del mismo, representa para mí un instante imperceptible de mi existencia, un momento en el cual la nostalgia llega y se clava en el pecho y en el estómago, y vibra ambigua una emoción de tristeza y de alegría, en la calma y en la desesperación por lo que vendrá;
y miro a través de la ventana que ahora está parcialmente empañada y las gotas se mueven sobre ella como caracoles, y de tanto en tanto alguna cae velozmente hacia el vacío, se deshace contra el piso, se apaga frente a los sentidos, ya no hay percepción capaz de capturarla, deja de ser o quizá se convierte en alguna otra-cosa, un proceso de mutación, de dispersión o de divergencia temporal, o de autoaniquilación, o tal vez, definitivamente, ya no es más un ser, ya no es más un ente existencial concreto, y convertida en un misterio causal, en un interrogante olvidado sobre el origen y el destino absoluto y definitivo de ser y de existir, yacerá en ninguna parte y sin tiempo.
Pero yo pienso, sí, quizá, lo sé,
aún yo puedo soñarla,
sí, todavía yo puedo imaginarla,
real o irreal,
y transformarla,
¿Y hacerla realidad?
Y miro a través de la ventana y me pregunto dónde hallaré una salida razonable de esta angustia y de este sufrimiento existencial.
¿Quién vendrá está noche a evitar el resto de dolor que quedará en el mundo?
¿Soy de este mundo pero no soy para este mundo?
¿Quién finalmente escapará a la nada infinita del olvido universal?
Miro a través de la ventana y me pregunto dónde estarás.
No lo sé - me contesto- No lo sé.
Sigue lloviendo,
quiero reflexionar sobre nosotros.
Miro a través de la ventana, un escalofrío recorre mi cuerpo.
Miro a través de la ventana, una vez más, y
todo lo que veo ahora me parece un sueño que concluyó sin mí.
Junto al peral y a la higuera del patio hay una estructura de hierro pintada de rojo de la que cuelgan dos hamacas de madera también pintadas de rojo y amarradas con cadenas metálicas,
y bajo un parral de uvas negras dos espectros ancianos de barbas blancas sentados en troncos cilíndricos
juegan a las cartas sobre una mesa circular,
no se hablan,
se miran,
probablemente se conocen y se estiman, y mediante los gestos que realizan, según el resultado positivo o negativo de cada jugada, se comunican una sonrisa o un desconecto,
y lanzan un aplauso o un silencio, como en una apuesta en la cual está en juego parte de la reputación, como en el sorbo de licor que beben al finalizar cada ronda de la partida.
En las ramas de la parra hay varias hileras de hormigas que se desplazan y se pierden de vista cuando ingresan al hueco de un paredón de bloques grises,
y un insecto cae prisionero en las telas de araña como la representación natural de un patíbulo medieval,
y un caracol escapa al golpe final gracias al despertar primigenio que le brinda la lluvia.
¿Qué trae el pasado que no sabe manifestar el presente?
Un diálogo con el tiempo ¿perdido?
porque el futuro siempre no-es,
y existe una conexión atemporal entre dos seres que fusionan su energía de manera creativa,
y acontece una unión que trae consigo un recuerdo confortante,
un refugio,
una salida,
una nueva oportunidad:
de ser,
de no estar donde se está,
de ser-siendo,
y entonces ser-sin-tener que-aparentar-ser,
¿O acaso uno es donde no piensa y uno piensa donde no es?
No siempre.
Pero si no existe el tiempo,
y si ya todo se ha ido antes,
¿Por qué te encierras en ti mismo?
¡Alejate de ti mismo!
El sufrimiento es real.
Me siento junto a la mesa más alejada de la puerta de entrada y de la barra. Aún hay silencio. Medito la incidencia de una idea filosófica en la política de las acciones ¿Quién validará una teoría sobre su importancia? ¿Con qué finalidad?
Doy el último sorbo y vuelvo a ser yo. Las paredes del bar agrietadas cubiertas de polvo me devuelven espejismos de antiguos mitos vivientes.
Dime:
¿Qué 'ficción ordenadora' padecerás? ¿Imaginarás la desdicha soportada? ¿Qué desmesura aceptarás en la alegría acontecida en medio de tanto real sufrimiento? ¿Qué tipo de conducta emprenderás sin antes haber caído dentro del egoísmo y de la estupidización de las convenciones sociales?
Reafirmo mi condición: he vuelto a ser yo.
Me alejo. Solitario a otro lado, y con el recuerdo de otra sabiduría.
Pienso en que nada regresa intacto. Mañana. Otra vez. Afrontar los vacíos de la historia y comprender finalmente por qué a aquella hormiga roja nunca le interesó la libertad por el solo hecho de la libertad, sino 'ser libre'.
Ya es tiempo de tomar una decisión diferente.
Dime:
¿Dónde estarás cuando necesite el próximo abrazo?
¿En qué parte de la existencia habrás de huir y `ser`?
¿Qué alegría aceptarás en medio de tanta desdicha? Porque si una existencia tuvo que ser así: tal como fue,
¿Quién entonces ha de ser menos real fuera de toda ilusión?
Las penas y el dolor existen.
IX
¡Sí! Ha llegado el momento de tomar una decisión audaz,
una decisión determinante y relevante, real y suficiente,
pero quizá ya soñada,
y entonces descenderé por una ladera cubierta de evidencia de mares y bosques primitivos,
y en un valle a la orilla de un río rodeado de altos álamos que se mecerán lentamente a causa del viento caliente del oeste, y cuando sus hojas, como en una coreografía improvisada de la naturaleza, titilen como planetas lejanos donde la existencia no transcurre bajo la lógica del tiempo pasado-presente-futuro, sino que todo es dado al unísono, tan inexplicable para nuestras mentes, y tan incomprensible para nuestra cotidianidad, me zambulliré en un río y me acostaré sobre una roca a secarme con el viento tórrido del valle y a mirar pasar blancas nubes mansas y agradecer por toda la injusticia que no será,
y cuando en la meseta el sol resplandeciente de la tarde sofocante comience a apagarse tras el horizonte,
tan bellamente monótono como inmóvil,
me dormiré envuelto en la bruma de un mar recordado,
y soñaré la silueta de mi sombra proyectada sobre las grietas de un suelo desértico en el calor de un mediodía de desolación como una expresión artística, o como una forma de esperar, o de teorizar, y como el paso previo y necesario para tomar la decisión que modificará el desarrollo de mi existencia.
Y una lejana brisa de la costa traerá recuerdos.
De un atardecer en silencio.
De una habitual caminata bordeando el río.
Y beberé agua de una pequeña cascada que el tiempo construyó.
Y reflexionaré sobre teorías referidas a la existencia y al devenir.
Revolución. Ayuda mutua. Solidaridad.
Y sentiré el sudor salando los ojos.
Y el sol se hundirá en un cielo gris-anaranjado.
Y un río se convertirá en innumerables arroyuelos que convergerán hacia un horizonte que oscurecerá poco a poco,
y cruzaré un puente de troncos,
y destellos de luz blanquecina se filtrarán entre las hojas de los árboles,
y el canto de los grillos emergerá desde la maleza.
Y sabré que alguien estará cerca.
Y en la playa un fuego crepitará sobre la arena
y cocerá la cena.
Y la luna iluminará el mar y acantilados lejanos.
Y la arena aún conservará el calor de la tarde.
Y a medida que la noche comience a devorar nuestras miradas,
tú me preguntarás:
¿Es posible traer una lágrima del sueño a la realidad?
Y yo te preguntaré:
¿Cómo es posible que no exista el tiempo en la eternidad?
El sonido del mar nos calma,
no nos hablamos,
sólo percibimos la energía que hay alrededor,
hasta que oímos una música lejana, ritmo de tambores.
-¿El tiempo dijiste?
-Sí, el tiempo y nuestro tiempo que será un grito de lucha en unidad que no abandonará el sueño por una ética de la solidaridad,
y que será nuestra causa para la transformación de una realidad devastada por la misma crueldad de siempre que se recicla día a día en un proceso de represión y opresión contra el más débil. ¡Cobardes! ¿Acaso tú quieres saber dónde está el gran problema? Pues entonces mira hacia arriba, no hacia abajo. Que no te distraigan, que no te confundan entre los diferentes niveles del poder y de las responsabilidades. No mires hacia abajo, tampoco mires hacia tu costado. No a tu lado. Busca arriba, en las reducidas esferas de la cúspide de la especulación y del egoísmo supremo y de la acumulación cruel en el engaño de lo intangible, y la muerte y el sufrimiento, y la pena y el dolor que generan ¡Ilusión sin contenido! ¡Interés a cambio de interés! ¡Sí! Busca allí, y encontrarás a los culpables de la miseria y la destrucción.
Y así seremos parte del tiempo como un grito en unidad para conseguir la realidad solidaria que tantas veces soñábamos en nuestras charlas nocturnas,
en un cuarto a media luz y canciones sonando de fondo que ambos elegíamos para la inspiración. Y nos fundíamos en un proceso creativo excepcional y auténtico. No hipócrita. Arte genuino. Sin el anhelo superfluo de la urbanidad y su éxito material que, exaltado en las carteleras iluminadas por el resplandor de las luces de gas neón de las grandes avenidas de la ciudadela, limitaban la manifestación de una expresión artística verdaderamente combativa.
Pero nuestros sueños utópicos volverían,
para revolucionar la realidad,
porque los dos teníamos una misma convicción:
si nuestro arte no ayudaba a cambiar la sociedad,
era un absurdo.
Y en nuestros encuentros nos expandíamos complementando y expresando nuestras imaginaciones menos exploradas en la rutina urbana, algunas de las cuales reservadas especialmente para experimentar en dichos encuentros;
y fluíamos al unísono a través de nuestras ideas más profundas e inquietantes sobre la realidad cotidiana de la vida y de la sociedad que día a día percibíamos,
y elaborábamos y escribíamos preguntas sobre las posibles causas últimas del ser, del devenir y el movimiento, y escribíamos poesías y sentencias sobre el tiempo, sobre su finitud y su implicancia en la eternidad, y debatíamos sobre la posibilidad de un destino inquebrantable y sobre la probabilidad de un destino sujeto a azares y a voluntades. Y parte de esas respuestas que manifestábamos eran las mismas preguntas que previamente nos habíamos formulado, porque nuestro fin era fundamentalmente una búsqueda combativa del ser y del no-ser que nos trascendía, así pues, las preguntas no eran necesariamente anteriores a las respuestas, ni viceversa, se trataba de una búsqueda transcendental en cuanto a visión y misión, y una búsqueda aplicable a la realidad concreta en cuanto a metas y programas,
aunque ambas búsquedas eran una sola búsqueda en sí misma y en nuestro interior y accionar. En sentido metafórico o en el más real de los sentidos aquí posibles: Una representación teatral bastante íntima, un proceso dentro del cual conseguíamos manifestar preguntas y respuestas sustanciales, y de manera esquemática y procedimental, nos brindaba los principios generales que guiarían nuestra toma de decisiones y nuestros comportamientos diarios.
Estrategia pero con ética compasiva. Acción pero con solidaridad.
¿Obedecía nuestro ser a una ley inmutable causa de nuestra existencia y de nuestro pensamiento? ¿Un destino irremediable nos guiaba en el actuar o una libre voluntad permitía la plena conciencia y responsabilidad del ser existente en cada uno de nuestros actos,
o qué otra condición previa a la muerte había sino ser y existir? ¿Había otra posibilidad? ¿Había otra alternativa para decidir y vivir conforme a una nueva lógica temporal? ¿Hacía dónde vamos y qué queremos conseguir en este tiempo y espacio de relaciones terrenales? Dime tú un propósito. Piénsalo. Reflexiónalo.
Aún nos aferrábamos a lo improbable, pero sentíamos que era posible. De eso se trataba, de avanzar hacia la concreción de nuestro sueño. Y quién dirá cómo se originaba lo excepcional que había en ella. Y una mañana fue cuando aconteció la despedida, la última vez que conversamos,
en la puerta de un café, una primavera en la playa,
y mientras una lágrima estaba por caer desde una de sus mejillas, me dijo:
Mi corazón se detuvo hace tiempo,
en aquellas luchas contra la opresión y la represión;
dónde peleábamos por nuestros
amores y por nuestros sueños. Lo que sentís ahora en mi pecho es el eco del último latido de mi corazón
cuando la abracé por última vez. Y esa fue la última vez que la vi.
Mi corazón se detuvo hace tiempo,
en aquellas luchas contra la opresión y la represión;
dónde peleábamos por nuestros
amores y por nuestros sueños. Lo que sentís ahora en mi pecho es el eco del último latido de mi corazón
cuando la abracé por última vez. Y esa fue la última vez que la vi.
La espuma de una ola roza nuestros pies.
Nos abrazamos.
Los tambores siguen sonando,
ambos sabemos que aún vendrán tiempos de resistencia y de rebelión.
Y el sueño estallará, perdido o encontrado, pero hecho realidad.
Y amaneceremos juntos, abrazados,
con lágrimas en los ojos, y recordando esta noche que también pasará como aquel sueño siempre soñado que se nos escapa,
porque ya no será nuestro sueño,
sino que será un sueño compartido.
Y entonces serán lágrimas de satisfacción.
Y entonces lo sabremos con solo mirarnos.
X
¿Preexistir? ¿Intuir?
¿Presentir que está llegando el instante?
¿Hacía dónde?
¿Quién soy? ¿Soy?
El sufrimiento y las penas existen.
Dime:
¿Cuánto tiempo he caminado por estos valles? ¿Cuánto tiempo he andado por esta meseta de sueños ancestrales?
¿Cuánto tiempo he permanecido en esta posada?
Pero si tengo que marcharme hoy mismo de aquí ¿Quién esperará por mí? ¿Quién me acompañará en la búsqueda de aquel sueño de transformación? Hacia nuestro sueño. Hacia nuestra revolución.
Y otra vez aparecerán aquellas preguntas sobre el tiempo y el devenir.
¿Por qué no puedo pensar el tiempo en su sentido lineal?
Con ambas manos agarro un puñado de hojas secas, ¿Quién oye el llanto de los árboles? ¿Quién oyó y quién oye el llanto de los pueblos desamparados y reprimidos?
No te niegues fácilmente a olvidar.
¿Qué es el tiempo?
¿Un pozo abismal o un cielo infinito?
Dime finalmente:
¿Qué separa a un sueño de la realidad?
¿Acaso existe un comienzo?
¿Acaso existe un final?
Despertando, aún me encontrarás despertando…
XI
Contiguo a la recepción de la posada se encuentra un amplio salón, antaño probablemente destinado a comedor o a espacio para la realización de celebraciones.
Ingreso en él.
La iluminación es sombría.
Hay silencio y
dos mesas redondas, unas sillas, un pequeño escritorio, dos percheros, una chimenea y ocho puertas pintadas de blanco - sin contar la puerta principal de acceso al salón que linda con la recepción- de las cuales al menos cuatro son para acceder a los pasillos que conducen a las habitaciones. Las demás puertas no las he visto abiertas.
No sé exactamente cuánto tiempo he estado en esta meseta. He perdido la cuenta de los días ¿Qué haré? ¿Dónde estará la respuesta a la pregunta que recurrentemente me asedia en mis noches de profunda reflexión sobre las causas del ser?
De pie, en medio del salón,
examino minuciosamente el techo y cada una de las paredes, lo hago varias veces, y luego, muy lentamente, me siento en una de las sillas que acompaña al escritorio. Quedo mirando hacia los ventanales que dan al exterior de la posada. El viento, gradualmente, empieza a soplar con más intensidad y llega hasta mí un recuerdo. De una noche de verano, hace muchos años, caminábamos a orillas del mar, hablábamos no sé de qué y la luna parecía un enorme planeta nevado flotando en el océano nocturno como en un universo líquido.
Cierro mis ojos por un instante. Un sentimiento de angustia acelera mi respiración. Enseguida me pongo de pie. Trato de tranquilizarme. Entonces comienzo a caminar bordeando las paredes de piedra y ladrillo del salón,
están llenas de polvo,
el viejo piso de madera rechina,
intento calmar mis emociones y revisar algunos de mis razonamientos con el fin de evitar un colapso de los nervios.
Me detengo y miro a través de uno de los ventanales y pienso en un valle lejano y en los posibles motivos que aún me mantienen en este lugar ¿Qué me arraiga a esta posada? ¿Por qué permanecemos donde permanecemos? ¿Cuánto tiempo ha de quedarnos? No lo sé, pero tengo que decidir y determinar cuánto tiempo más estaré en este lugar ¿Ha de ser hoy la noche oportuna para llevar a cabo mi huida? ¿Ha de ser hoy la madrugada adecuada en la que mi búsqueda del no-ser crucé los límites de la percepción?
De pronto uno de los ventanales se abre y un aire caliente envuelve mi rostro y me aleja por un momento de tales pensamientos.
Nuevamente empiezo a caminar bordeando el salón, y al pasar frente a la primera puerta que se encuentra abierta, entro,
y sin detenerme continúo caminando por los pasillos donde están los accesos a las habitaciones.
Recorro cada pasillo una y otra vez. Camino envuelto en el vértigo que acontece en la búsqueda de un fundamento verdadero para cumplir el sueño anhelado y compartido. Y de alguna manera siento desconcierto, pero en la firmeza lúcida y real, pensante y sensible, del valor y del principio que me guían. Me mareo. O ingreso en una especie de vigilia o fase de un ensueño donde el tiempo no es una condición necesaria para existir y 'ser materia'.
¿Dónde estoy? ¿Dónde está esa salida que puede ser también una entrada? No lo sé.
Ahora cada pasillo representa para mí un laberinto de misterios sin principio y sin final. Siento cómo afuera el viento empieza a soplar aún con más fuerza entre los arbustos y pastos esteparios y las cuencas sedimentarias.
¿Qué nos dice el viento? ¿Sobre qué circunstancia pretende alertarme este misterioso rugido mesetario capaz de calmar y de reconfortar, pero también, y a la vez, capaz de inquietar y de perturbar, y que yo aún no estoy preparado para comprender?
¿Dónde estará y cómo será? ¿Estaré cerca?
Cada pasillo es una nueva posibilidad, voy de un corredor a otro,
camino sin destino manifiesto.
¿He de ser guiado hasta la causa primera de mi no-ser? ¿Qué tipo de libre voluntad me gobierna?
¿Cuán egoístas somos y cuán incapaces somos de convivir en armonía? ¿Cómo comunicarnos para establecer y poner en marcha los valores y los principios del bienestar general? Deseos de paz y de calma. La lucha por el sueño continúa ¿Existe una naturaleza inmutable que nos guía?
¿Determinismo o libre albedrío?
¿Hay realmente una salida en este andar equívoco y existencial?
¿Qué hago aquí?
Estoy agitado, pero no me detengo. Camino y medito en la posibilidad de experimentar un sentir mundano auténtico a través del conocimiento profundo del ser.
¿Dónde estará ese lugar que reciba y cobije a mi ser genuino en proceso de transformación? ¿Quién lo animará, quién lo hará 'existencia'? ¿Dónde hallará el 'ser' el impulso final hacia el no-ser?
Ahora tengo que frenar esta melancolía,
tengo que pausar esta maquinaria de pensamientos ambiguos.
Me siento en el suelo de uno de los pasillos y respiro profundamente cuatro o cinco veces.
Miro a mi alrededor. Está semioscuro. Hay acceso a ocho habitaciones. El pasillo está circundado por candelabros. Todos están apagados.
¿Qué es esto?
¿Hasta dónde llegaré?
¿Por qué estoy aquí sentado frente a una de las puertas del corredor?
¿Con qué finalidad y cómo he llegado hasta aquí?
¿Por qué me detuve frente a esta puerta habiendo tantas otras que circundan los corredores de la posada?
¿Dónde estoy?
¿Es el comienzo o es el final?
¿Qué hay detrás de esta puerta?
¿Es otra oportunidad o es otro nuevo engaño?
¿Dónde estoy realmente?
Muy despacio me pongo de pie, y aunque cierta calma vuelve a mí, pienso en algunas de las alternativas a las que puedo recurrir para salir de este estado emocional que amenaza al buen discernimiento y a la templanza necesaria que hay que tener para tomar una decisión sin dejar fuera u olvidar algún factor significante y sin perder la lucidez suficiente para visionar las consecuencias más probables para cada una de las posibles acciones a seguir. Y me convenzo, sí, sé que ahora es el momento de hacerlo ¡Sí! Una decisión audaz tiene que ser tomada,
entonces,
lentamente, y sin otra expectativa que un nuevo desconcierto, comienzo a abrir la puerta que está frente a mí,
y otra vez la misma pregunta asalta mi mente: ¿Dónde estoy?
¿Qué hago realmente aquí?
¿Hacia dónde estoy yendo?
¿Qué hay detrás de esta puerta?
Y a pesar de la duda y el temor que se han apoderado de cada uno de mis movimientos en estos corredores,
tomo la decisión,
me decido a hacerlo,
y abro completamente la puerta,
y sin tener la certeza de donde me hallo parado,
presa de un estado de tristeza en el cual aún no hay preparación para enfrentar lo inevitable,
doy abruptamente dos pasos hacia atrás.
¿Qué es este sitio?
¿Quién me trajo hasta aquí? ¿Destino o decisión? ¿Qué hay luego del ser?
¿Qué hay? ¿Quién espera seguir existiendo vilmente luego de todo esto?
No consigo orientarme respecto a los espacios y a las distancias del lugar.
Todo a mi alrededor sigue semioscuro.
¿En qué estado singular de las percepciones he ingresado?
¿Qué existe fuera del fenómeno captado por los sentidos? Incluso parado frente a la puerta que está abierta por completo sigo sin saber dónde estoy. Y aparece tu imagen, tu recuerdo, y me preguntó en qué ciudad o pueblo estarás ahora, y te imagino en la vieja casa del campo donde nos juntábamos a idear y escribir la próxima estrategia para actuar y eliminar parte del egoísmo y de la ambición que desde los orígenes impregnaba los corazones humanos. Y sabíamos, o al menos así la historia lo demostraba, que en esta fase de la existencia no había perfección en cuanto a la concreción del bienestar general de los pueblos, pero asumiríamos el compromiso y la responsabilidad para alcanzar su máxima expresión terrenal. Pronto el sueño será cumplido -te había dicho yo cuando nos conocimos en la manifestación-. Nuestro sueño -me conteste vos-.
De repente, y sin entender de qué manera, se enciende uno de los candelabros ubicado en el otro extremo del pasillo, y al percibir las formas de las sombras en la oscuridad ahora cubierta con la luz débil que llega desde el candelero
me doy cuenta de que una vez más me hallo en aquel cuarto que no sé exactamente cómo ni porqué me había sido asignado.
¿Acaso no hay escapatoria?
¿Quién ha de hallarla?
No lo sé ... no lo sé
.....
Cierro la puerta y me acuesto sobre el piso
mirando hacia el techo de la habitación,
intento sentir el sonido de mi respiración y no consigo concentrarme,
me pongo de pie,
nuevamente necesito caminar,
me muevo por el cuarto de un lado a otro,
enciendo dos lámparas que desde mi llegada a la posada no había reparado en su existencia,
la luz que generan es tenue,
y las grietas que se hacen visibles en las paredes secas de ladrillo me parecen los ideogramas de un antiguo tratado de sabiduría que al descifrar sus significados se hará manifiesto mi próximo destino,
entonces imagino y pienso,
y construyo hipótesis referidas a las causas que determinan una decisión y el devenir,
pero enseguida las refuto,
y continúo moviéndome,
y camino sin detenerme,
y las grietas se multiplican segundo a segundo,
y vuelvo a pensar,
y vuelvo a imaginar,
y elaboro nuevas hipótesis que vuelvo a refutar
¿Qué clase de mecanismo del pensamiento me ha absorbido?
¿Hasta dónde pienso llegar con este proceso de conjeturas? Y al hacerme a mí mismo esta pregunta, y tras descartar una hipótesis más, apago las lámparas y abro la puerta del cuarto, y ahora las grietas de las paredes iluminadas por la luz del corredor parecen menos en cantidad, y dejan de representar para mí aquellos signos ideográficos expresiones de mi próximo destino. Y es ante esto que procedo a sentarme en la única silla que hay en la habitación para abstraerme un instante de la situación y concentrarme en reafirmar y concretar aquella decisión respecto a mi estadía en la posada.
¿Cuánto tiempo más tendré que estar aquí?
¿Por qué aún permanezco en este lugar?
¿Qué conocimiento había en mí antes del acontecer temporal del ser y las decisiones humanas?
El no-ser requiere de una pregunta y de una respuesta fundamental.
¿Dónde está la entrada y dónde está la salida a una lógica tan real y tan pragmática de los sucesos?
¿Cuán cerca estaremos de cumplir la causa de nuestra unión? ¿Y el sueño? ¿Y nuestro sueño, ese sueño que soñamos juntos para todos los demás? ¿Cuánto tiempo más esperaremos? ¿Cuál es mi rol aquí? ¿Dónde estás? Las señales son poco nítidas. No oigo voces en este silencio casi absoluto que me rodea. Las palabras sólo no alcanzan en este estado de perturbación mental de la incertidumbre ante el futuro, pero más aún, en el actuar del presente las palabras también se vuelven insuficientes, y es en el camino hacia las metas más cercanas que no se nos puede desvanecer el sueño final, ni evaporarse la utopía que nos motiva a seguir con las acciones de transformación en una existencia donde gran parte de la estructura social se conserva dominada por el egoísmo y la vanidad, y motivada por el interés material y la ambición de poder.
Entonces:
¿Qué decisión será la acertada en mí? ¿Y en ti?
¿Decisión o destino?
¿Y aquel punto luminoso proyectado sobre la pared opuesta a la cabecera del camastro? ¿Ha de ser un presagio o la culminación de una parte indescifrable de la realidad?
¿O ambas?
XII
Aquí la habitación ya no se siente igual. Tengo que volver a evocar lo inaccesible. Pero cómo lo conseguiré
¿Hacia dónde iré y hacía dónde irás?
¿Hacia dónde iremos?
¿Qué esperará por mí?
¿Dónde hallaré la respuesta del no-ser?
No lo sé, pero tendré que tomar una decisión,
y es esto una certeza.
He aquí una breve introducción sobre el amor y el lenguaje:
No hay comienzo. Y no es esto una contradicción. ¿Una teoria dialéctica sumida en el fracaso ante una realidad imperceptible?
Intentar expresar un sentimiento es más complejo que idear un proceso eficiente de elección de palabras.
Esto es un intento,
las palabras no alcanzan, pero son capaces de generar acciones. Significan. Significante.
Por ejemplo, si afirmase que dentro tuyo hay amor desvaneciéndose ¿Qué significaría esto para ti?
O si te contase aquí un sueño o un recuerdo ¿Qué podrías tú decir o sentir al respecto? Por ejemplo: El recuerdo de un mar es hoy para mí como una ilusión sumergida en una
realidad ausente, o muy presente, percepciones y sensaciones inefables, transformándose, no lo sé, la energía del mar es una entrada, y una salida, y también es algo más, una ambigüedad, como una verdad agitándose dentro de un cráneo vacío,
pero no lo sé,
y si te dijiese por ejemplo: el horizonte en la playa, y los mediodías en que nos encontrábamos,
y el abrazo y el último beso, y la manera en que el atardecer aparecía cuando estaba ella,
y la forma en que la luna iluminaba las olas del mar cuando nos amábamos en un cuarto de madera crujiente,
y las noches cuando afuera los remolinos de viento danzaban voces entre los médanos de la costa fría,
un gran amor,
y la angustia,
y una obsesión,
tal vez fue una muerte posible que no fue, o que no tuvo que ser
¿Pero qué fue? ¿Deseo? ¿Más amor?, ¿Más vida? ¿O no fue nada? Quizás fue maravilloso,
un encantamiento,
no lo sé
¿Qué significa esto para quién no lo experimentó?
Esto es sólo un intento,
las palabras no alcanzan, pero son capaces de generar acciones.
A veces pienso en encontrarte, pero en el intento de olvidar un instante de tristeza percibo que lo conveniente es una búsqueda interior que reafirme la condición de ser uno mismo entre tanta turbación, de vanidad y de ego, de individualidad y de posesión.
¿Amar es acompañar?
Claro, es fácil dar amor a quien se ama ¿No?
En tu abrazo hay calma,
y en nuestro abrazo,
el no-tiempo...
Pero despierta. Ahora tienes que despertar frente a ti.
Despierta.
La mañana es una esfera celeste que se ve por el ojo de la cerradura,
abro la puerta y camino hasta la orilla de un río, observo que algo se mueve en su fondo como un pedazo de historia olvidada: La soledad no se ve, el vacío está adentro.
Una sombra del alma libre
¿Es posible arrancarle un sueño a la realidad?
He aquí el comienzo.
La lluvia se tiñe de sangre sobre el cristal que refleja
el rostro vivo de un corazón muerto.
Ver y sentir; imaginar y soñar;
la psiquis y el órgano; el ser del cuerpo y el ser cuerpo.
Recuerdo una tarde en que lloviznaba y caminaba por una callejuela bordeada a ambos lados por casas de un pueblo antiguo, me dirigía no sé dónde, avanzaba lento y despreocupado (como pensando desinteresadamente en una preocupación inexistente -acostumbrado a la psicología humana), pensando en un manto celeste que divisaba a lo lejos, y un pequeño pájaro aleteó y rozó mis tobillos con sus proféticas aureolas de alas fantasmalmente emplumadas, y a su pico fue llevándose un insecto tal vez asfixiado por el terrible infierno de la sofocante ciudadela luminosa de la noche anterior. Pero no dejé de caminar, o no fui conciente si es que me detuve en algún momento del recorrido,
la callejuela estaba húmeda;
caminé poco a poco,
avancé espectralmente hasta llegar a un sitio que sólo (solo) yo podría reconocer. Me alejé del centro de la ciudad; y me acerqué al centro del ser. Era el tiempo. Un sepulcro de órganos funcionando momentáneamente, putrefacción silenciosa, que hierve, que anestesia y que seca.
Si el ser preexiste,
previamente a constituirnos en entes biológicos ¿qué somos?
¿Quién eres?
¿Dónde estoy? ¿Qué hago? No lo sé.
Alguien camina y visualiza un horizonte creado por mí,
hay un manto celeste,
hay un río que no existe,
lo inventé, es sólo un cielo confundido en un horizonte sin agua. Yo sólo (solo) caminaba por la callejuela de un pueblo en el tiempo.
Despertaré…
XIII
Observo por última vez la pequeña ventana oval ubicada en el cielo raso seco y salgo del cuarto.
Desde el corredor miro una vez más hacia el interior de la habitación y lloro.
Cierro la puerta,
y mientras atravieso el pasillo que conduce a la salida pienso en que seguramente no volveré a hacerlo.
Llego a la recepción. Me detengo delante del mostrador. Hay silencio.
¿Ha llegado el momento de irme?
¿Ha llegado la hora de encontrar esa salida que puede ser también una entrada? Nunca se sabe.
Pero antes de salir de este lugar tengo que responder a un interés intenso de comunicar ´algo´, tengo que atender cierta necesidad de expresar una idea o un sentimiento que presiona y emana desde mí.
Saco mi anotador y garabateo una poesía:
El sol quema la meseta.
Suda el cuerpo exhausto,
sin embargo…
¿qué vale éste
lanzado a lo eterno?
Aminoro el paso
y a la sombra de una roca
me derrumbo;
no pienso
¿Será entonces el viento,
Alma mía,
mi hogar?
Sonrío,
porque creo.
Me incorporo,
mas no voy a región alguna conocida,
y quizá,
andando hacia el poniente,
[¡allí!]
donde los cerros se cubren de plantas milenarias,
algún arroyo me invite
a hundir los pies
en su esencia.
Creo, luego sonrío
¿Será entonces el cielo,
Alma mía,
mi hogar?
Tras los últimos signos estampados en la hoja la recepción aún permanece en silencio. Me despido y salgo de la posada. En su fachada los ladrillos centenarios y agrietados seguramente perdieron ya hace mucho tiempo su color original a causa del astro luminoso ¿Cuántos cuerpos, acorralados por la desidia y el egoísmo, habrán tocado estos muros? ¿Cuántas risas y cuántos llantos habrán retumbando por aquí?
¿Cuántos gritos de tragedias y masacres olvidadas habrán hecho eco en esta inmensidad esteparia? ¿Cuántos sueños, que el viento, como un consuelo anónimo acompañó hasta la tumba, se habrán desvanecido inconclusos?
El sonido seco de la puerta principal al cerrarse me estremece.
XIV
El sol tajante del mediodía me encandila. Siento el polvo de la estepa en mi garganta y cómo mis labios comienzan a quebrarse debido a la sequedad del entorno. El viento de la meseta ulula acumulando arena entre mis cabellos y la desolación que me rodea. A medida que me alejo de la posada no vuelvo la vista hacia atrás, y un sentimiento de pérdida acrecienta la tristeza del instante presente, pero cierta calma inexplicable acontece en el ser. La decisión que tomaré comienza a tornarse más nítida y evidente ante mí.
La última noche, cerca del amanecer, antes de que estalle la insurrección, nos encontraremos en una playa deshabitada, explotada y abandonada por los usureros especuladores, y asumiremos las acciones de la lucha por el bien común y contra la mediocridad en la cotidianidad que nos somete a un sistema caracterizado por el individualismo y el consumismo, a una sociedad que convive con la explotación y la crueldad.
Y mientras ella esté escribiendo cartas de auxilio y notas de despedida, me susurrará: la parte innecesaria de consumo nos contaminará, el pleito por la propiedad nos arruinará.
¿Acaso no te preguntas por lo evidente? ¿Quién tiene el control en este sistema de privilegios que beneficia a un grupo minoritario de la sociedad, sustentado en la usura y en la acumulación, en la alienación y en la violencia? ¿Quién eres tú cómo individuo en este sistema que oprime y que reprime?
La pregunta inicial otra vez a responder: ¿Para qué y cómo quieres vivir?
¿Bajo qué principios?
¿Bajo cuáles valores?
¿Bajo qué restricciones y controles?
Nosotros tenemos el bien común como punto de partida, y la solidaridad,
porque para nosotros la libertad está en dar, y no en tener.
¿Imaginas una dicha infinita?
¿Imaginas un tiempo infinito?
¿Qué buscas aquí? ¿Un consuelo o una manera de luchar? Una vida que persigue el sueño suele ser lo suficientemente extensa.
Escribo en tu mente,
escribo ideas en el aire que nadie comprenderá,
pero si al menos tú pudieses sentir este sentimiento cada vez que nos abrazamos ¿Darías tu vida? ¿Nacerías nuevamente por este amor? ¿Transformarías este nuevo amor en un amor por nuestras ideas las cuales sostendremos hasta el último día de nuestros días?
En el tiempo transcurre tu tiempo, y nuestro tiempo es hoy, y en el tiempo tiene que transcurrir un tiempo compartido, y también un individualidad que no es individualismo, sino una individualidad que se integre a lo común, que sea parte genuina de la comunidad, y no que se disuelva.
¿Cuán lejos estamos? ¿Qué nos separa?
¿Una manera de vivir?
¿Una forma extraña de morir?
He aquí un bosquejo:
¿No es el lenguaje un instrumento de poder si la comunicación de un pensamiento es capaz de generar acciones?
El lenguaje impulsa acciones,
pero no alcanza,
es necesario, sí,
es importante, sí,
pero es una de las variables entre otras que también son relevantes;
y el significado es una invención,
un intento de representación de la realidad, concreta o imaginaria, a través de signos y de expresiones,
y se educa en significados,
y fundamentalmente, el proceso de educación está dado en función de los intereses de quienes ejercen la mayor porción del 'poder social',
y se limitan los caminos,
y se parcela la imaginación,
y se determina un contexto,
y se determina una acción,
estamos influenciados y
somos influenciables.
¿Cuán capaces seremos de reducir el impacto del condicionamiento del poder de la crueldad sobre nuestras mentes?
He aquí mi filosofía del abismo:
En líneas generales el sistema social es opresor y explotador. Y sigue reprimiendo para continuar oprimiendo. Hay que evitar caer en el estado de regocijo producto del individualismo.
¿Llorás porque sentís la injusticia
y no sabés bien para qué sentir placer?
Mirá cómo arrastran a la miseria a tu hermano,
y recordás que el conocimiento te hace responsable,
¿Qué aborrecés tanto?
¿Qué hay dentro de ti?
Si aún esperás
¿Qué esperás?
Y alguien te lo preguntará nuevamente
¿Combatirás al opresor o enfrentarás al oprimido? Y así sabré si en tu ser hay valentía o si en tu ser prevalece la cobardía.
¡Detestable y perversa plutocracia! ¡Caída trágica al tecnofeudalismo!
¿Qué hace falta? Transformación. Comunidad.
Una breve enmienda hacia una transformación
¿Tan cruel puede ser existir?
¿Cuánto remordimiento habrá de acumularse en tu mente antes de que comiences a perder la razón?
¿Por qué llega tan repentinamente el desamparo? ¿Estaré a tiempo? Siempre se está a tiempo mientras haya tiempo en el ser, y aunque quizá jamás vuelva a encontrarte
¿Cómo sanar el dolor, la angustia, la pena?
No lo sé.
¿Qué haré?
Ahora siento ahogo y abandono, y me siento terriblemente diminuto, condición necesaria de la valentía,
y estoy completamente decidido a hacerlo, porque la causa es grande y es admirable,
y auténtica,
porque la causa es solidaria,
porque la causa es colectiva.
Y tú me preguntarás:
¿Hacía dónde vamos?
y quizá no lo sabremos con exactitud,
pero estaremos convencidos y seguros de cuál será el camino a seguir,
y nos abrazaremos frente a un mar calmado, esperando la llegada de nuestros compañeros,
y tras la noche postrera, luego del último beso,
nos despediremos y marcharemos rumbo a la posición de combate,
y tú sabrás que yo te recordaré por siempre,
y que escucharé la melodía de tu voz que vendrá a suplir un rostro y una angustia,
en medio de un grito desesperado,
entre la agitación de un cuerpo,
y la última tristeza de una despedida necesaria.
Y quizá vuelva a verte. Sí, tal vez el tiempo nos vuelva a sorprender. Transformados.
Porque quizá no existe eso llamado principio ni eso llamado final,
porque tal vez sólo existe la transformación.
Pregúntate y pregúntale sin temor: ¿En qué sociedad quieres vivir? ¿Cómo la conseguirías?
Es importante el objetivo de la revolución ¿Solidaridad o competencia? ¿Comunidad o individualismo?
Ella dijo: Pretenden institucionalizar nuestro sueño, y hacerlo parte del sistema de hipocresías. Pretenden el control. Y la moda es una de las herramientas destinadas a apaciguar un comportamiento revolucionario.
O lo hacen parte de lo hegemónico o lo marginan, o lo destruyen. Y disponen de estrategias y vastos métodos de adicciones o comodidades para lograrlo.
Claro que podríamos afirmar que nuestra naturaleza humana requiere de normas para una convivencia que al menos tienda, si somos falibles y la perfección absoluta no es terrenal, a cierto grado de bienestar general.
Luego.
El monopolio
de la palabra
nos gobierna,
hasta que,
estalla
la realidad.
.....
Al cabo de recorrer varios kilómetros y atravesar un valle, llego a la orilla de una laguna. Encuentro sombra abajo de un arbusto.
¿Dónde estoy? ¿Hacia donde voy?
¿Acaso no estoy ahora en uno de esos pasos habituales de ´vagabundos´ y ´soñadores´?
¿Lo he dicho?
¿Lo he percibido?
¿Acaso lo he afirmado alguna vez?
No lo sé...
no lo sé...
Un río olvidado. Y de repente el río comienza a llenarse de pequeñas olas que llegan hasta la orilla y desaparecen, pero otras olas vuelven a nacer y también desaparecen en la orilla. Y observo cómo de las olas que van muriendo en la orilla nacen otras olas que luego mueren en tierra firme. Es un proceso de olas que nacen y olas que mueren, olas que nacen de olas, y olas que mueren sobre otras olas. Olas muertas y olas vivas engendrando nuevas olas que luego morirán
¿¡Acaso no es eso la vida!?
¡Sí! ha llegado la hora, el instante que acontecerá,
camino guiado por la energía de la inmensidad a mi alrededor y me pregunto por qué el tiempo aleja aquello que luego traerá.
¿Dónde estoy? Mis pensamientos divergen
No lo sé... No lo sé...
El último y próximo instante de calma y de gozo para volver a soñar,
lo he dicho,
lo he visto,
¿He llorado en mi suicidio,
lo he percibido?
estoy en ninguna parte,
¿Acaso no eres tú la presencia
más real de mi delirio?
¿Dónde estoy?
No lo sé...
no lo sé...
Sigo caminando guiado por la energía de la inmensidad a mi alrededor
¡Sí! ¡Presiento que el sueño ha comenzado!
Avanzo a través de la ilusión más próxima hacia el acontecer de la nada.
Me rodean precipicios y gigantes murallas de rocas cubiertas de fósiles prehistóricos y formaciones geológicas esculpidas por la acción de la lluvia y del viento.
Desciendo por un cerro. Ingreso a una enorme cueva.
En sus paredes hay dibujos y me pregunto si han de ser un presagio sobre mí.
El sol aún sigue quemando con intensidad y un viento tibio se arremolina entre el pasto estepario creando nubes de polvo a mi alrededor.
La inquietud de saber que lo esperado está cerca y no saber con exactitud qué traerá,
la unión de las acciones para la supresión de la opresión,
la incomprensión en el devenir del ser,
la revuelta de la existencia,
¿Hacía donde voy?
¿Por qué habré de seguir sin certezas en este camino hacia la nada?
¿Cuánto más habré de ser y hacer?
¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo?
¿Llegará finalmente una escapatoria? ¿Un refugio definitivo?
¿Una pesadilla sin retorno?
Y otra vez aquella salida que puede ser también una entrada.
El sueño será compartido o padecerá.
¿Para qué flotar entre mis propios sueños, desvanecido, insípido, inerte? ¿Para qué fluir en mi propia realidad como un ente que ´existe-sin-ser´, como una existencia que se arrastra apesadumbrada, como un ´estar´ que es un ´ser-no-siendo´, como ´algo´ que quiere ser ´no-siendo-ser´?
y el sueño que a cada paso parece transformarse en trozos de realidades indecibles,
incomunicables,
¿Realidad o abstracción?
simulacro del próximo engaño,
la soledad es anterior al mundo,
y entonces anochecerá y escribiré otra poesía inútil y desde una ventana herrumbrada observaré el cielo estrellado,
y gritaré y callaré, y lo diré,
¿Quién detendrá el fluir insondable de la imaginación? ¿Ante qué felicidad?
¿O acaso la vida no es todo aquello que culmina en muerte?
¿Huir para dejar de huir?
un viaje interminable hacia un destino alcanzable,
en el tiempo, en aquel tiempo,
en nuestro tiempo, en este tiempo...
XV
Hartazgo de futuro en el presente
¿Quién vive y cuándo?
¿Qué poesía habrá de aliviarme?
En el espacio-tiempo
¿Qué más?
El aire deshidratado
de la tarde sin ti,
mortaja del cadáver
que se cansó de esperar.
XVI
En el horizonte, por encima de una enorme pared de rocas rojizas, las primeras estrellas visibles auguran la culminación de la tarde. Algo pasa delante de mí, pero es tan repentino y fugaz que no alcanzo a distinguir qué es.
¿Dónde estará esa salida que puede ser también una entrada?
¿Qué ha de acontecer en mí cuando aquel proceso de conjeturas concluya y otra decisión sea tomada?
¿Qué lógica gobierna el fluir la existencia?¿Qué parámetros esenciales se mantienen intactos y escapan a mi razón y se pierden en mi sentir?
Una semilla puede viajar miles de kilómetros, atravesar diferentes regiones y distintas culturas, y llegar a un destino insospechado, y crecer y dar el fruto que se convertirá en el alimento del ser menos pensado: santo o asesino, artista o destructor,
un ser que volverá a ser polvo de la tierra,
y tal vez abono de la próxima semilla,
de destino insospechado,
para el nacimiento del próximo fruto,
que volverá a alimentar.
Dime:
¿Hasta dónde viaja un pensamiento?
¿Cuán profundo y divergente puede ser?
Ha llegado la hora de encontrar esa salida que puede ser también una entrada,
me detengo y
pienso en alguien que siempre he querido,
¿Quién te ha dicho que
ya nadie te reclamará,
que ya nadie te esperará,
que ya nadie te soñará?
¿Si no persigues tú el sueño, quién lo hará?
Camino.
La decisión definitivamente será tomada,
recuerdo un rostro y me pregunto dónde estará,
pero enseguida,
y por un instante,
lo olvido,
y acudo a la reflexión,
y pienso,
e imagino (y la imaginación como aquel proceso a través del cual procuro reducir el impacto de la caída del ser en la angustia existencial)
pero de repente dejo de pensarme,
y me olvido de mí,
y me olvido del ser,
pero cómo es posible olvidarse de uno mismo si
aún estoy aquí.
XVII
El terreno se eleva. Me encuentro sobre altares escalonados,
entre pasillos de geoformas primitivas,
la meseta se amuralla en mi pecho,
el tiempo parece detenerse,
me pregunto si habré de presagiar mi último día,
¡Sí!
una ilusión, un sueño y recuerdos que nunca han sido en realidad,
la fatalidad del presente, la última tristeza
y lo inexplicable del último instante de una vida,
tengo que hacerlo,
tengo que hacerlo ya,
entonces respiro profundamente,
el presagio ha de cumplirse,
las respuestas serán respondidas,
o dejarán quizá de tener algún sentido,
No lo sé...
Una estrella de fuego atraviesa el cielo,
y recuerdo sus ojos cómo aquella primera vez en que la amé. Temblé. Lo supe. Ella había roto algo en mí,
para siempre.
¿Llegaré a comprender la profunda sabiduría de la meseta? ¿Descansará mi mente bajo las plegarias y el sol de un mundo injusto?
Me pregunto por el origen y el destino de los razonamientos. No abandonaré el clamor por la causa.
Quizá las verdades del cosmos no se oculten debajo de cráteres de rocas hirvientes, y simplemente, se esfuman ante los sentidos.
El viento sopla. La distancia es tiempo y movimiento. El cielo es libre y queremos imitarlo.
Llegará el recuerdo de lo fugaz, de una tristeza agotadora y de una alegría confortante, y la impaciencia, y el dolor y la tragedia,
y ahora el sonido del viento parece decirme: 'viví, morí por el sueño',
y el río y el valle tiemblan,
y un mar espera,
¿Ha llegado el momento?
¿Es una certeza?
¿Una decisión ha sido tomada?
lo he dicho,
lo he percibido,
¡Sí!
¡Tengo que hacerlo! Otra vez. De la teoría a la acción.
Lo haré. Una decisión será tomada.
XVIII
El día de mi llegada a la posada había hallado una nota en el interior de la habitación que me había sido asignada.
La saco de uno de mis bolsillos y la leo por primera vez:
«Una brisa de la costa ha de ser la señal,
y andarás con el viento a través de estepas desérticas y valles fluviales,
y entre antiguos altares de rocas y cavernas ancestrales encontrarás la luna reflejada en una laguna mesetaria,
y de tu ser brotarán los interrogantes,
¿Cuánto se gana al nacer?
¿Cuánto se pierde al morir?
y en el Valle de las Ruinas un abismo de sombras nocturnas comenzará a cubrirte
y te adentrarás completamente en la meseta,
y finalmente hallarás las preguntas de tu ser
¿Dónde estoy?
¿Hacia dónde voy?
¿Cuánto se pierde al nacer?
¿Cuánto se gana al morir?»
Miro a mí alrededor. Delante de mí el sol se está sumergiendo dentro del horizonte.
Una melodía,
el canto de nuestros sueños se eleva hacia el cielo y atraviesa el aire atmosférico.
Ya es tiempo,
te estamos esperando,
la señal es descifrable como siempre,
la búsqueda continúa y las nuevas instrucciones estarán en la próxima estación.
¡Sigue!
Tengo que seguir.
El aullido del viento en la inmensidad de la desolación de la meseta esteparia parece develarnos en su voz el fundamento y la misión de existir y de ser,
en acto y en potencia,
y un misterio de la génesis y de lo apocalíptico del mundo,
que es emanado desde el universo infinito,
y lanzado a la finitud del tiempo en forma de experiencia y de pensamiento,
¿Acaso no es su voz el sonido sin tiempo de la eternidad?
¿Acaso no somos nosotros acto y potencia confluyendo con él?
Aún incapaces de comprender,
lo oímos y estremecemos,
reímos o lloramos,
suspiramos,
o ignoramos.
El sufrimiento y las penas existen.
¿Qué es el ser?
¿Un manifiesto ante el temor de la no existencia?
¿Lo inmensurable y la pequeñez de una conciencia frente a la noción de infinitud?
¿Qué es el ser ante el sentimiento de no-ser?
Dime:
¿Qué es el tiempo?
La percepción del esplendor y de la degradación de la materia.
Un reloj de arena hecho trizas en el piso de
una habitación abandonada.
Vuelvo a guardar la nota en uno de mis bolsillos y comienzo a caminar hacia el interior de la meseta. Es el anochecer. Un ave atraviesa el cielo. La decisión ha sido tomada.
¿Quién soy?
¿Soy?
Aquí, mundo material,
no hay principio ni final,
hay transformación.
Dime:
¿Qué es el tiempo en la eternidad?
Y mientras el viento sopla entre las laderas que comienzan a cubrirse con la luz tenue de la noche,
imagino cómo será,
y hacia allí voy,
hacia allí voy ...